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La guerra en el Atlántico sur

Reagan pide a Margaret Tahtcher que evite un 'baño de sangre'

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, recibió ayer, a la hora escasa de su llegada a París, a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, con la que habló durante noventa minutos. Alexander Haig, secretario de Estado norteamericano, declaró a los periodistas que ambos líderes centraron su conversación en el conflicto del Atlántico sur tanto en su planteamiento "a corto como a largo plazo".En el primer punto, Haig fue lo suficientemente claro para admitir que, aunque los objetivos de ambos líderes pasaban por "un deseo de evitar un baño de sangre" en Puerto Argentino, "la suerte estaba ahora en manos de los respectivos comandantes de las fuerzas expedicionarias". El secretario de Estado dejó bien sentado que no es previsible una paralización del ataque final británico sobre las fuerzas argentinas", a menos que éstas se retiren de las islas".

Haig desmintió las informaciones según las cuales Reagan, en el curso de su conversación con Thatcher, le habría pedido establecer una "pausa" en los combates para permitir a los argentinos tomar la decisión de retirarse.

Respecto al problema a largo plazo, y aun señalando que "era muy pronto para hablar con detalles", el secretario de Estado norteamericano reconoció que se había tratado la posible creación de una "fuerza internacional para el mantenimiento de la paz" en el archipiélago, en la que podrían participar fuerzas norteamericanas. Haig no quiso dar detalles al respecto, aunque confirmó, indirectamente, la existencia de un plan británico, al que se ha referido la propia Thatcher, por vez primera, en el que no se descarta una eventual independencia de las islas.

El conflicto de las Malvinas centró asimismo la breve entrevista mantenida por Reagan con el presidente francés, Mitterrand. La convergencia de puntos de vista entre ambos acerca de este problema parece ser total. Como Reagan, Mitterrand teme una ruptura entre Latinoamérica y los países occidentales y no excluye una internacionalización de la guerra.

Pero la solidaridad hacia el Reino Unido no parece que constituya un obstáculo para que en esta reunión de los siete grandes se insista en la conveniencia de una solución pacífica del conflicto.

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