Xavier de Salas, prototipo del humanista
Los restos mortales del académico, historiador del arte, y ex director del Museo del Prado, Xavier de Salas, serán trasladados hoy a Trujillo, donde se celebrarán los funerales y el entierro. Xavier de Salas, de 74 años, falleció en Madrid el pasado jueves (véase segunda edición de EL PAIS de ayer) a consecuencia de una crisis cardiaca. El traslado de sus restos se debe a su deseo de ser enterrado en esta ciudad cacereña, donde había fundado la Asociación de Amigos de Trujillo, dedicada a la restauración y conservación de monumentos histórico-artísticos.
Con la muerte de Xavier de Salas Bosch no sólo desaparece uno de los más notables historiadores del arte español de este siglo, sino un prototipo de intelectual humanista, cosmopolita y refinado. Xavier de Salas, además de poseer una sólida formación científica y una erudición sin límites, fue, en efecto, lo contrario del especialista aséptico, del funcionario de cultura, incapaz de ver más allá de lo que tiene delante y, sobre todo, incapaz de gozar con su trabajo. Perteneciente a una memorable dinastía de coleccionistas catalanes, entre los que se encontraba el célebre don Pablo Bosch y Borrau, tío abuelo suyo, que fue uno de los principales- benefactores del Museo del Prado, Xavier de Salas continuó él mismo esta pasión, llegando a reunir una brillante y amplia selección de cuadros y libros.Xavier de Salas estudió en las universidades de Barcelona y Madrid, doctorándose en Filosofía y Letras y en Derecho. Amplió después estos estudios en las universidades de Viena y Berlín, que en los años 30 eran todavía los centros más importantes del mundo en historia del arte.
Pero quizá lo más interesante de esta etapa de formación, altamente especializada, fue que Salas la hizo compatible con otras inclinaciones culturales. Así fue, por ejemplo, uno de los primeros traductores de Mallarmé al castellano y, en general, gran conocedor de la literatura y el arte de vanguardia, que pudo estudiar directamente en los avanzados cenáculos de la Barcelona de los años 20 y 30. De esta manera trató personalmente a Ezra Pound, Francis Picabia, Manolo Uge, Utrillo, etcétera.
En realidad, su curiosidad no tenía fronteras. Dentro de la especialidad de historia del arte, que ocupó lo principal de su actividad, realizó aportaciones documentales y críticas en casi todas las épocas de la historia de España, desde la escultura medieval hasta el arte contemporáneo, aunque en el caudal inmenso de sus publicaciones destacasen las dedicadas a la pintura moderna.
Dentro de ese período son internacionalmente conocidas sus investigaciones sobre el Greco y Goya, pero no pueden olvidarse tampoco sus excelentes monografías sobre Villaamil, Rosales y Fortuni, los tres grandes artistas de nuestro siglo XIX. Por otra parte, con Elías Tormo y Sánchez Cantón, fue continuador magnífico de los estudios sobre la literatura artística española, especialidad donde publicó documentos tan importantes Como el ejemplar del Vasari anotado por el Greco, Zúccaro y Tristán y, las biografías del padre Orellana o la correspondencia de Goya, cuya edición estaba a, punto de aparecer.
Pero Xavier de Salas no era un erudito de gabinete. Junto a la afición por el archivo y la lectura, fue decisiva también su carrera como docente, museógrafo y diplomático. Catedrático de historia del arte, primero en la Universidad de Barcelona y, entre 1963 y 1978, de la de Madrid, Salas formó a varias generaciones de historiadores del arte, entre los que me honro en formar parte. Como museógrafo, alcanzó las cotas más altas: después de la guerra, conservador de los museos de Barcelona, y desde 1962 vinculado al Museo del Prado, primero como subdirector, hasta 1969, y después como director desde 1970 a 1978, y en la actualidad presidente del patronato de dicha institución. Finalmente, como diplomático, no hay que olvidar su decisiva intervención como director del Instituto de España en Londres, ciudad donde permaneció más de quince años y donde consiguió realizar una eficaz embajada cultural española. Con una biografía semejante no hay que decir que Salas alcanzó los más altas condecoraciones, tanto nacionales como extranjeras, entre los que están los de ser miembro numerario de las Academias de San Fernando, San Jorge de. Barcelona, de Extremadura, Royal Academy de Londres, etcétera. Con todo, el principal mérito de Salas fue, como decíamos al principio, su estilo intelectual inimitable: diletante, cosmopolita, elegante, refinado; en una palabra, un gentleman culto y humanista que sabía ser, estar y conocer.
Babelia
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