Pro y contra la Argentina
Vos, señora, con perdón, de cuyos ovarios férricos -casi plúmbicos- se resiente el abdomen de la paz, habéis permitido el vómito espeso de la sangre. La muerte, huérfana de soberanía, ha coronado vuestra siniestra figura de un halo que invita al desprecio: si era una cuestión testicular, lo propio no hubiera sido una operación de desembarco, sino de cirugía.Sabed que los que mueren en la guerra no lo hacen ni siquiera en inglés; mueren en el idioma absurdo del gemido y gracias a vos, señora./
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