La lluvia deslució el primer día de la Feria del Libro
Guillermo Díaz Plaja presenta su obra número 200 y se preparan homenajes a Rosa Chacel y a Dámaso Santos
En el primer día de lluvia persistente, que fue ayer, se abrió al público la Feria del libro. Y se abrió sin discursos y con cierta desgana: a las once en punto de la mañana, los expositores ordenaban sus libros mirando nostálgicamente el cielo que descargaba suavemente, y observando a los cuatro o cinco incondicionales madrugadores y hacia las tablas que habrían de servir de escaparate, que aún estaban vacías. La inauguración oficial, que será el día 1 de junio, contará, según fuente oficiosas, con una alta personalidad en la presidencia.
Las casetas, pese al reciente remozo, tenían un aire lamentable. Por ejemplo, esos futuros escaparates de la cultura mostraban la pintura pateada. Los más curiosos entre los vendedores de los puestos los estaban forrando con papel adhesivo, que imita madera. Las casetas, que se montaron como siempre desde un mes antes del día de hoy, fueron utilizadas durante los festivales de rock de San Isidro para los más humildes usos. Al parecer, y según los organizadores, se llegaron a dañar más de cien casetas, porque las chuletas y los choricitos que se asaron en esos días en el Retiro encontraron la materia inflamable precisamente en las tablas de las casetas.La cosa debía ser algo dantesca. Con las estanterías interiores de las casetas usadas a modo de escalera, los jóvenes furiosos subieron a las débiles techumbres de los libros a bailar. Los carteles que ya estaban hechos de otros años fueron pasto de las llamas, y todo un sector de casetas ya montadas tuvieron que ser bombeadas de agua y zotal para quitar los olores biológicos y la posibilidad de infecciones... Como en el Retiro hay pocos servicios y cierran pronto, se habían improvisado precisamente allí.
Que, por cierto, esa va a ser, aparte otras, una mejora de este año. Se abrirán los de los jardines de Cecilio Rodríguez, que, cuando desaparezca una exposición de chocolates, comenzarán a ser escenario de un montón de juegos y actividades infantiles. Las de adultos han quedado en agua de borrajas, porque el Ayuntamiento decidió no montar la carpa. La idea era mezclar el cine y la literatura en vivo, pero quedará para otro año.
Homenajes
Los que no van a quedar para otro año son dos homenajes en los que los escritores de una parte, y los periodistas por otra, se han volcado. El día 2, desde la sede de la Cruz Roja, se inicia el dedicado a la escritora Rosa Chacel con un coloquio en el que van a intervenir Maya Altolaguirre, Francisco Yndurain, Francisco Ayala, Clara Janés, Fernanda Monasterio y Rosa Montero. Al día siguiente, el director del suplemento de libros del diario Pueblo, Dámaso Santos, recibirá otro convocado por lo más granado de la profesión periodística y también por la vasta secta de los escritores que han colaborado con él. Que son muchos. También ha tenido aire de homenaje la presentación de un libro de Guillermo Díaz Plaja, El estudio de lo social en Eugenio D'Ors, porque el prolífico académico cumple con él el número doscientos de sus libros.
Editoriales en crisis
De momento, ayer inauguraba la temporada de firmas el argentino Manuel Puig, en la caseta de su editorial, la Seix-Barral. Que ya no es la misma, porque se confirma, y era el cotilleo de ayer, que Planeta ha comprado la mayoría de sus acciones. Como las desgracias nunca vienen solas, la gente comentaba que Bruguera tampoco anda bien, que Rumasa no se la ha querido comprar por fin. Y hasta se decía que el actual equipo dirigente de Argos Vergara tiene un tiempo tope para poner a flote la firma, después de que se han realizado inversiones muy fuertes. Al final, el ciudadano lector medio pasa mucho de la propiedad de las editoras y mucho menos de las líneas editoriales. Hay quien critica a Lara el no haber sabido guardar el secreto de su compra hasta después de la Feria, y eso que él ha prometido no tocar mandos y cabezas, que en cualquier caso hace tres días que pusieron sus cargos respectivos a la disposición del nuevo dueño. Manuel Puig, rodeado de su propia imagen sonriente en un montón de fotos, firmó pocos libros, porque no era el momento. La tarde anterior en cambio le fue mucho mejor en unos grandes almacenes.La Feria no ha hecho más que empezar, aunque lo haya hecho, como siempre, metida en aguas. No hay demasiado optimismo en las casetas, que abren desde las 11 a las 13.30 y desde las 5.30 a las diez de la noche, y en cambio están en perspectiva las numerosas fiestas que celebran la aparición de un montón de libros con su ritual de palabras y alcohol. De hecho, todos han ido ya a las primeras presentaciones: la de La algarabía de Semprún, publicada en Argos Vergara, que llevó a cabo Mario Lacruz, y la que hace el diputado Antonio de Senillosa de Opera 5, un libro de Gómez Rufo publicado por Miraguano.
En cualquier caso, los organizadores no pierden el humor. Hay quien asegura poseer la solución mágica a la pertinaz sequía: alquilar las casetas de la feria al Ministerio de Agricultura para que las monte en los campos más resecos de la geografía hispana. "Además", insiste el de la idea, "los campesinos agradecidos, en vez de comprar estampas y cositas votivas, se comprarían libros..." En fin, que la Feria, con su carga borracha y lúdica, con su carga cultural y humana, no ha hecho más que empezar.
Babelia
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