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Tribuna
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Guerra las Malvinas: los desenlaces posibles

La ocupación de las islas Malvinas es un hecho reversible por la fuerza de las armas, pero ya forma parte de la Historia y ha generado nuevas condiciones para la vida política y social de los pueblos argentino y británico.La mayor parte de los comentaristas de la política internacional, lógicamente preocupados por las consecuencias que este contencioso puede tener para el bloque occidental, centran su atención en deducir del estudio de las fuerzas en pugna el posible desenlace de los acontecimientos inmediatos. Trataré en este artículo de pensar aquellas nuevas condiciones históricas que influirán a largo plazo en las naciones enfrentadas y en el bloque del cual forman parte. El ubicarse en esta perspectiva produce un efecto de distanciamiento de las pasiones nacionalistas.

He sostenido que la República Argentina era una nación sui géneris; -la propaganda británica la llama, no sin razón, -pese a las connotaciones eurocentristas de la expresión, "una nación de tres cuartos"- porque en rigor carecía de Fuerzas Armadas. Esta afirmación, en apariencia sorprendente, estaba fundada en la convicción de que la función de los Ejércitos, su esencia histórica, consiste primordialmente en la defensa de la soberanía nacional y por más que investigaba en la historia argentina no lograba convencerme de que, desde la organización de su Estado nacional, las Fuerzas Armadas hubieran jugado en los hechos (los hechos que les competen, es decir, los militares) alguna vez aquel papel.

Es cierto que, en los comienzos de la civilización industrial, los ejércitos nacionales jugaron un papel en la represión interna. En el siglo pasado, Su Majestad británica utilizó frecuentemente a los soldados para movilizar obreros en huelga. Pero con el correr del tiempo esa función quedó reservada a cuerpos represivos especializados, y los ejércitos de los países civilizados se constriñeron a la defensa de la soberanía nacional.

Los militares argentinos siempre pretendieron descender del Ejército Libertador sanmartiniano, creado en la guerra de la independencia nacional; pero esa filiación es, por decirlo suavemente, muy discutible.

El Ejército Libertador se desorganizó en la década de los veinte y luego de muchos años de guerras intestinas protagonizadas por formaciones militares que respondían a caudillos regionales, emergió un "Ejército nacional" que fue organizado por el general Roca para ese genocidio que tuvo lugar alrededor de 1880 y que se llamó "la conquista del desierto" (de resultas del cual, y de la inmigración posterior, el 98% de la actual población argentina desciende de europeos).

La ocupación y defensa de las Malvinas constituiría la primera operación verdaderamente militar de las Fuerzas Armadas argentinas. El argentino, nacionalista como todos los pueblos inmaduros, está apoyando el primer acto de este drama, que lo dotaría de un Ejército en el sentido moderno del término, capaz de defender el territorio nacional contra una potencia que ha entrado ya hace siglos en la historia universal. Impulsados por la oposición interna que genera su propia política, los militare parecen esta vez dispuestos a portarse como tales.

Si las fuerzas que hoy ocupan las Malvinas no se retiran de ellas oprobiosamente, las nuevas condiciones en las que se desenvolverán los acontecimientos a largo plazo pueden agruparse en dos grandes variantes.

Variantes de la guerra

Consideremos en primer lugar qué podría suceder si se produce una derrota militar y diplomática argentina. Este desenlace es muy improbable, ya que el primer enfrentamiento armado revelará el anacronismo colonial de la empresa inglesa, desanudará débiles solidaridades europeas, movilizará fuerzas de oposición en el interior del Reino Unido y posiblemente vuelque a la totalidad de América Latina del lado argentino (con la posible excepción de Chile, incómodo aliado para el Reino Unido)

Pero si aquella derrota se produce, es casi seguro que los militares argentinos, que han tenido buen cuidado en involucrar a todas las fuerzas políticas y sindicales en su empresa, se verán obligados a replegarse a corto plazo a sus cuarteles y pactar con aquéllas una salida "democrática". De todos modos, el fantasma de un "juicio de Nuremberg" ante el que tuvieran que responder por los crímenes cometidos, que tanto los desvela, se habrá disipado. Paradójicamente, la empresa colonial inglesa habrá servido a la democracia. Sería un flaco favor para ella, porque no es perceptible en el actual panorama político argentino fuerza alguna que pueda garantizar una democracia estable. Imagínese el lector qué sucedería en los próximos años con lsabel Martínez en la Casa de Gobierno o en la presidencia del partido de Gobierno.

Una victoria total o parcial argentina, ciertamente, fortalecería a los militares en el poder. Quienes aducen las penurias económicas de la población para ponerlo en duda, olvidan que no sólo de pan viven los pueblos, y que los triunfos históricos toman soportables los sufrimientos individuales. Pero esta consolidación del Gobierno militar tendría lugar sobre el fundamento de nuevas condiciones.

El tradicional nacionalismo de la débil izquierda argentina se quedará sin banderas convincentes (sólo podría sostenerse una retórica infantil como la de los cubanos, que atribuyen este enfrentamiento al belicismo... ¡de Estados Unidos!). Argentina pasará a tener una política acorde con el origen europeo de su población, con el nacionalismo ubicado en las derechas, que es donde debe estar en esta fase de la historia universal. Es por este motivo que la ocupación de las Malvinas ha puesto en un brete a las fuerzas políticas del exilio argentino, que, por más reservas retóricas que formulen, se han visto obligadas a apoyara los militares. Después de todo, hasta la formación guerrillera más ultraizquierdista de Argentina, el ERP, de origen trotskista, tenía como consigna central: "A vencer o morir por Argentina".

¿Una apertura política?

Seguramente, los militares argentinos no desaprovecharán la oportunidad para iniciar una apertura política inmediata con largos plazos de concreción. Es posible que cuenten con el apoyo de los principales partidos y sindicatos para un programa de democratización a largo plazo que pretenda armonizar un poder ejecutivo designado por los militares, con cámaras legislativas elegidas por sufragio universal. Sí se piensa en el ingreso de divisas que pueden proporcionar las reservas petrolíferas de la plataforma submarina -que son el condicionante económico del actual conflicto-, tenemos una constelación de factores -que favorecerán la emergencia de luchas democráticas protagonizadas por el mismo pueblo, que pueden modificar sustancialmente el panorama político, terminando con la dicotomía peronismo/antiperonismo que lo preside desde 1945.

Esta variante, una victoria total o parcial argentina, por la vía militar o la diplomática o como resultado de la combinación de ambas, resultaría más asimilable para eI bloque occidental que una victoria colonial inglesa, que volcaría las simpatías del llamado Tercer Mundo hacia la URSS y su bloque. Seguramente estos elementos han pesado en la actitud de Estados Unidos, que no se ha sumado a las presiones para que los militares argentinos se retiren con las manos vacías, ya que un hecho de esta naturaleza provocaría un verdadero descalabro a una dictadura militar aliada y abriría un proceso dificil de controlar en Argentina.

No puede excluirse la posibilidad teórica de una vergonzosa retirada argentina, pero, si ésta no se produce, puede decirse que el 2 de abril de 1982 Argentina entró en la historia universal por una de las mezquinas puertas de aceso que han utilizado hasta ahora la mayoría de los pueblos que pertenecen a ella, desembarazándose del vano interés inmediato y emprendiendo una empresa colectiva que los enfrenta con otros pueblos. Por su desarrollo económico, Argentina dejó hace ya tiempo de ser un país tercermundista. Esta violación del Derecho internacional le coloca en un plano deigualdad con los países -civilizados, que han creado ese derecho para transgredirlo sistemáticamente cuando conviene a sus intereses nacionales.

El Reino Unido, el transgresor transgredido, ha recibido con la insolencia de los militares argentinos el certificado de defunción definitiva para una política colonial ya insostenible en el seno del bloque occidental. Debe excluirse como posibilidad real que el Gobierno inglés logre su absurda pretensión de recuperar pienamene la soberanía de las islas.

El Gabinete Thatcher podrá presentar como una victoria cualquier solución intermedia, como podría ser la custodia de las islas por los cascos azules de la ONU mientras se negocia una salida diplomática, pero ésta no sería ni siquiera una forma de salvar el herido honor nacional. Y son esas heridas las que muchas veces hacen reflexionar y avanzar a los individuos y a los pueblos.

Los ingleses tendrán ahora material para reflexionar sobre sí mismos, sobre su pásado de grandeza fundado en el colonialismo. De un pueblo que ha dado tanto a la historia de la humanidad podemos esperar magníficos resultados de esa reflexión.

Todas las salidas viables en este conflicto parecen implicar la profundización de la crisis económica en la que se encontraba simíído el Reino Unido, como resultado de una política económica que atenta contra los intereses inmediatos de la mayoría de su población, muy dificil de sostener durante un tiempo prolongado en un sistema democrático. La ocupación militar de las Malvinas ya ha puesto una determinación interná más para profundizar las luchas sociales y la transformación de las fuerzas políticas en uno delos países más desarrollados del mundo. Paradójicamente, ése es el servicio que los militares argentinos han prestado al pueblo inglés.

Helios Prieto es sociólogo.

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