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El entusiasmo monárquico de un antiguo republicano

"Antes era republicano, pero con el paso del tiempo me he ido convirtiendo en filomonárquico, porque he visto cómo algunos presidentes de República actúan como auténticos dictadores y cómo, por el contrario, hay monarcas demócratas: el Rey de España, por ejemplo, que ha defraudado a los franquistas, en su apoyo decidido al restablecimiento de la democracia", manifestó ayer Marlo Bunge desde Montreal (Canadá), donde fue localizado telefónicamente.Bunge se mostró entusiasmado con el premio y aseguró que, si no se muere antes, viajará a Oviedo con su esposa en octubre para recibir el galardón de manos del príncipe Felipe.

Entre sus antepasados hay una Arteaga (vasca) y una asturiana. "Nosotros", afirma irónico, "decimos que descendemos de don Pelayo". Políticamente se autodefine como un socio-liberal, partidario de la economía mixta, de las libertades individuales y de la participación activa de los ciudadanos en la cosa pública de forma permanente y no sólo mediante la emisión del voto cada cierto tiempo.

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Solicitada su opinión sobre el movimiento liberal que trata de despegar en España, elogió el papel del Rey Don Juan Carlos en el rescate de las libertades, pero al matizarle que la pregunta se refería al liberalismo económico emergente, reaccionó furioso contra sus propagandistas. "El liberalismo económico", dijo, conduce al fascismo. Al significar una carta blanca para la explotación, necesita un régimen de fuerza para su mantenimiento. Yo soy socialista y liberal, pero liberal en el sentido político, de forma que defiendo la participación efectiva del ciudadano en la cosa pública. No podemos conformarnos con que nos permitan votar, aunque menos es nada, y peor es el centralismo democrático".

Bunge conoció a María Zambrano (que obtuvo este mismo premio en 1981 y que este año no ha podido cumplir su deseo de regresar a España) cuando era muy joven en un viaje que hizo la escritora española a Argentina. "Yo entonces", afirma, "le critiqué su filosofía, que me parecía demasiado alemana". Durante la conversación telefónica surge el nombre de José Ferrater Mora. "Me pregunto", dice, "si su cabeza está llena de whisky o de coñá, porque deben ser de las pocas cosas que ganan con la edad. Tengo gran admiración por él y le veo mejorar a medida que va envejeciendo". A Gustavo Bueno no acaba de entenderle. "El dialoga con los clásicos y tiene con ellos una gran familiaridad que a mí me falta. Es un hombre muy sugestivo, con una gran vitalidad".

España y Francia son, en su opinión, la gran esperanza de América Latina, y el conflicto de las Malvinas tiene su origen en la impopularidad de los gobiernos argentino y británico, que se han visto obligados a exaltar el patriotismo en sus respectivos países para tratar de ganar la aceptación de sus pueblos, cada día más defraudados de su gestión, hasta el estallido de la guerra. La mención de los nombres de Ronald Reagan y de Margaret Thatcher le excita y le da pie para atacar con virulencia su política monetarista y aventurar que estamos al borde de la destrucción del mundo por la presencia del actual equipo presidencial al frente de Estados Unidos. "Están", concluye, "locos de atar".

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