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Reportaje:

Los dramaturgos españoles dominan la cartelera madrileña

Escasos nombres nuevos toman el relevo de generaciones casi agotadas

La cartelera madrileña de hoy está dominada por autores españoles en los locales de obra de autor con pretensión de hacer temporada, sin incluir espectáculos musicales, revistas, montajes infantiles y funciones de duración limitada. La primera obra de Eugenio Mateos, estrenada ayer en el teatro Lavapiés, y el nuevo montaje de Angel García Pintado, la próxima semana en el María Guerrero, son nombres que se unen a Adolfo Marsillach, Fernando Fernán-Gómez, Francisco Nieva, Antonio Gala, Fernando Quiñones, Juan José Alonso Millán, Antonio D. Olano y los hermanos Alvarez Quintero en la oferta de la dramaturgia nacional. Como compañeros de cartel están Miller, Russell, Gershe, Gogol, Bach, Coward, Shaffer y Poiret. En el resto de los locales, tres están ocupados por el Il Festival Internacional de Teatro de Madrid, y uno, cerrado por amplias reformas.El comienzo de temporada ofrecía una mayor inclinación por obras españolas. El domingo 25 de octubre de 1981 se representaban textos de Antonio Buero Vallejo, Antonio Gala, Santiago Moncada, Antonio D. Olano, J. A. Giménez-Arnau, Alberto Miralles, Adolfo Marsillach, Manuel Monto, Miguel Mihura, Calderón de la Barca y Bretón de los Herreros. En otros locales salteaban funciones de grupos estables o espectáculos de actor con repertorio de autores españoles.

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Se buscan autores muy jóvenes

La mala conciencia

El dramaturgo Antonio Buero Vallejo, autor de Caimán, que en su gira por Andalucía se representa este fin de semana en Granada, ofrece como "hipótesis menos optimista de ser fruto de la casualidad" el hecho de existir una cierta mala conciencia por la escasa atención que reciben los autores españoles desde hace mucho tiempo. "No me atrevería a dar un dictamen; es pronto para analizar este fenómeno con seguridad. Esta racha de autores menos conocidos puede ser consecuencia de esa mala conciencia. Hace falta que las oportunidades no cesen y que a su vez los autores vayan demostrando su derecho a ocupar un puesto en la nómina".

Un autor de la generación "más premiada y menos estrenada", Luis Riaza, con obras en los circuitos independientes y universitarios, lanzado en un teatro nacional con Retrato de dama con perrito, es partidario de defender al teatro y a los autores españoles, sobre todo por parte del Estado, ya que "el teatro es un bien cultural, un servicio público y no una mercancía; por tanto, debe ser protegido, como se hace en todas partes. Hoy día hay en España más o menos silenciado, un teatro que merece la pena".

Luis Riaza ya a estrenar en junio Medea es un buen chico, en montaje del director de cine Miguel Picazo, y prepara, con Domingo Miras y Jerónimo López Mozo, una función de tres monólogos sobre la condición de la actriz. "No hay síntomas de que el público exija autores españoles y la situación general no la veo con optimismo. Continúo escribiendo teatro, porque para mí es una necesidad absoluta".

Otro autor de la generación de los citados anteriormente, Angel García Pintado, que la próxima semana tendrá El taxidermista en el teatro nacional María Guerrero, sin adoptar una postura patriótica o gremialista, observa un intento de renovación por parte del empresario tradicional ante el desgaste de las obras extranjeras y una nueva pasión del público por el buen teatro, en especial de gente joven "que le interesa lo que le puede decir un autor español de ahora". "Me parece una canallada decir que no hay autores. Aunque hay mucho miedo al autor nuevo, la situación está cambiando, sin ser absolutamente optimista. Hay una necesidad de renovar la escena, y los autores tenemos el derecho a equivocamos sobre el escenario. Hay demasiados montajes tranquilizadores, que no suponen nada desde un punto de vista estético".

Desde Valencia, el dramaturgo Eduardo Quiles, autor de El asalariado, no ve ninguna solidez a la situación teatral del dramaturgo vivo que estrena por azar o por los premios. Es partidario de la creación de una sala donde se pueda seleccionar la nueva dramaturgia, donde el autor se comunique con el público y demuestre su dominio del lenguaje teatral.

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