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Schlöndorf cuenta el dramático rodaje de su filme sobre periodistas en Líbano, 'Círculo de engaños'

Desde que en 1965 presentara en Cannes su primera película, El joven Törless, el alemán occidental Volker Schlöndorf no ha cesado en su intento de analizar las oscuridades y fracasos de un pueblo que, como el suyo, ha marcado el proceso histórico de otros países sin encontrar fácilmente su propio perfil. Schlöndorf está ahora en Madrid presentando su último filme, Círculo de engaños, sobre la vida cotidiana de un periodista en el centro de la guerra civil que se desarrolla en el Líbano. El rodaje en el propio escenario del conflicto le da a esta película un especial carácter dramático.

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La repentina riqueza de los pobres de Kombach, Fuego de paja, Tiro de gracia, El honor perdido de Katherina Blum son algunos de los títulos que ha presentado Schlöndorf en diversos festivales internacionales, favoreciendo con sus éxitos la eclosión del joven cine alemán. Ha colaborado con frecuencia con Margarette von Trotta, su esposa, de quien este año se ha presentado en España su primera película como realizadora, Las hermanas alemanas.Schlöndorf es un hombre de 43 años, cuya inmediata cordialidad no queda interrumpida por los largos silencios que preceden cada una de sus respuestas. "Después de rodar El tambor de hojalata", dice, "quise colaborar de nuevo con Günther Grass en una película que hablara de nosotros mismos, de nuestra necesidad de seguridad en un mundo que está en trance de estallar por todas partes. Grass me puso en contacto con a novela de Nicolás Bom, que yo desconocía, en la que ese planteamiento era más complejo que lo que nosotros queríamos hacer. El libro se desarrollaba en el Líbano, y allí situamos también la película. No había una elección geográfica previa, aunque sí era importante situar nuestro objetivo en Oriente Próximo, donde actualmente las contradicciones políticas y religiosas han adquirido un sentido más radical que en otras partes del mundo. Era, de cualquier forma, el personaje que interpreta Bruno Ganz lo que más me interesó de la novela. Yo soy también alguien que observa la vida para conarla a los demás y puedo participar de la crisis de ese periodista que comprende en un momento que su ideología no le basta ya para entender la realidad que está observando".

"Aunque en el guión teníamos prevista toda la acción de la película, en el rodaje no pudimos sustraernos al decorado de la ciudad, a la realidad de la guerra, que ha acabado convirtiéndose en el tercer protagonista de la acción. Sin embargo, no hemos rodado documentalmente, sino que reprodujimos cuanto habíamos visto. Quiero decir que cuantos aparecen en la película son actores que revivían ante las cámaras lo que constituye su vida cotidiana. Rodamos así durante seis meses, localizando actores locales que nos aportaron una energía que llegó incluso a turbarnos".

Preguntas elementales

"Me importaba, ante todo, comprender el conflicto del personaje central, ese periodista que llega a Líbano con todas las respuestas y acaba planteándose incluso las preguntas más elementales. Su contraste con la alemana que vive en Beirut desde hace años, integrada vitalmente en el país, y con el fotógrafo que le acompaña es algo que me concierne personalmente. Tenía necesidad de salir de Alemania, de tratar de reflexionar sobre nosotros con referencias ajenas. Después de todo, no somos el inundo.""El contacto directo con los libaneses enriqueció nuestro primer punto de vista, no en el sentido de que obtuviéramos respuestas definitivas (todas las explicaciones son posibles e interesantes, pero ninguna aclara realmente la complejidad de la situación), sino en el de que nos animaba a dar una idea más amplia de la confusión. Llegamos incluso a rodar secuencias en las que algunos personajes explicaban ampliamente lo que ocurría en el Líbano; pero decidimos suprimirlas luego porque nos importaba más hablar de la confusión, de nuestra confusión. Desde el punto de vista político, era más honesto. Los libaneses que nos ayudaron conocían el guión y entendían perfectamente nuestra postura. Algunos de ellos han comenzado a rodar después sus propias películas, es decir, han comprendido que el cine puede ayudarles a hacerse entender".

"Voy a rodar ahora una película de episodios con Alexander Kluge, un poco al estilo de Alemania en otoño. Después quiero hacer una nueva versión de El congreso se divierte, pero no hablando de la época de Metternich, sino de las actuales conversaciones SALT, es decir, sobre los continuos proyectos de rearme nuclear. Escribo el guión con Jean-Claude Carriére. Si lo llevamos a buen puerto, será mi primera comedia."

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