105 piezas del Templo Mayor de México se exponen a partir de hoy en el Museo Arqueológico de Madrid
La exposición El Templo Mayor de Mexico, que se inaugura hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, ofrece una selección de 105 piezas halladas en el centro de la ciudad azteca durante las excavaciones realizadas entre 1978 y 1981. Esta muestra se ha presentado ya en París y posteriormente será expuesta en Nueva York. En Madrid permanenerá abierta hasta el 20 de junio.Aunque las excavaciones realizadas en el Templo Mayor y lugares aledaños se iniciaron en 1790, año en que aparecieron la piedra del Sol y la Coatlicue, será a lo largo de este siglo cuando se completan en diversas etapas. La última de todas, y la más importante por los medios utilizados, se realizó entre el mes de marzo de 1978 y septiembre de 1981, a cargo de un equipo formado por arqueólogos restauradores, fotógrafos y dibujantes, que lograron delimitar el templo y sus alrededores, reco giendo materiales de capital importancia para el conocimiento de los mexica.
Los relatos que del Templo Mayor dejaron los cronistas eran, hasta entonces, la información básica para saber las características del mismo. Faltaban, sin embargo, los datos de la arqueología, que permiten ahora apreciar cómo era este templo, comprobando que la descripción de los cronistas estuvo muy ajustada a la realidad y a lo que vieron y le relataron algunos indígenas. Adernás, la arqueología ha permitido penetrar en etapas muy antiguas del Templo Mayor que ni siquiera las últimas generaciones de mexicas conocieron.
Según esas investigaciones, el templo estaba orientado, con su fachada principal, hacia poniente y asentado sobre una plataforma general, sobre la que se superponíaba un gran basamento de cuatro cuerpos, coil dos escaleras que conducían a la parte superior, donde se encontraban los dos adoratorios, el del lado Sur, dedicado a su dios tutelar Huitzdopochtli, y el del lado Norte, a Tláloc, dios del agua, de la lluvia y de la fertilidad.
Este, según los arqueólogos, se fue agrandando cada vez más, entre otras causas, porque la ciudad de Tenochtitlan sufría inundaciones que obligaba a subir el nivel de sus conjuntos arquitectónicos y por las naturales fallas estructurales (asentamientos, hundimientos del inestable terreno, etcétera).
Por otra parte, las fuentes históricas señalan cómo algunos de los gobernantes mandaron edificar un nuevo templo sobre el ya existente, superponiéndole, una sobre otra, las diversas etapas constructivas. Así, ahora se sabe que el templo se agrandó por sus cuatro lados por lo menos en siete ocasiones, aunque también hubo cuatro añadidos solamente de la fachada principal.
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