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Se agrava la crisis de las Malvinas

Haig parte de Londres sin una solución diplomática a la vista

Andrés Ortega

El Gobierno británico no hace gala de un "fácil optimismo" ante el anuncio del secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, ayer al partir de Londres, veinticuatro horas después de lo previsto, de que regresaba a Washington con "nuevas ideas" para solucionar la crisis de las islas Malvinas.

Las dificultades surgidas de Buenos Aires durante la noche anterior, según los británicos, plantean una "nueva y seria situación". Las mismas fuentes oficiales rechazan sin embargo la idea de que la mediación de Haig haya fracasado completamente, pero oficiosamente no se esconde el pesimismo que supone su grave interrupción.En el aeropuerto de Heathrow, Haig declaró que "hemos recibido nuevas ideas" para una solución a la invasión de las islas Malvinas llevada a cabo por los argentinos el 2 de abril. Cuáles son estas ideas es un misterio, pero fuentes oficiales insistieron ayer noche en que no se trata de nuevas ideas británicas, sino que se derivan de las conversaciones telefónicas a lo largo de las últimas veinticuatro horas entre Haig y su colega argentino Nicanor Costa Méndez. "Pienso que la situación es cada vez más peligrosa", añadió Haig.

Las consecuencias del aparente fracaso de Haig están aún en el aire. Queda la posibilidad de que intervengan de nuevo las Naciones Unidas en la crisis. Pero aumentan también las probabilidades de un enfrentamiento militar entre Argentina y el Reino Unido que iría en contra de todos los intereses norteamericanos.

Haig dio ayer muestras de estar preocupado por la postura que adoptará Chile en tal eventualidad. Estados Unidos intentarán otra vez desesperadamente, una nueva mediación, pues su definitivo fracaso pondría en peligro toda la red de relaciones políticas que ha tejido en América Latina la Administración Reagan.

Para Haig, que mantuvo a lo largo de sus 36 horas en Londres un contacto regular con el presidente Ronald Reagan, "el tiempo se está acabando". Mientras la rueda diplomática comienza a chirriar, el destacamento naval británico sigue avanzando hacia las islas Malvinas, próximo ya a la isla de la Ascensión, a medio camino entre Londres y Buenos Aires.

Durante la noche, este "general que no descansa" y que retrasó cuatro veces su partida de Londres, habló con Costa Méndez y surgieron entonces "nuevas dificultades", que el secretario de Estado norteamericano no precisó.

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Más presiones sobre Thatcher

Con las presiones políticas aumentando sobre la primera ministra, Margaret Thatcher está firmemente dispuesta a lograr que los argentinos evacúen las islas antes del comienzo de las negociaciones, y se entiende que la "dama de hierro" se opone a ver la bandera argentina ondear sobre las Malvin s cuando esto ocurra.

Tras una reunión, la víspera, de once horas de duración, Haig volvió a entrevistarse durante noventa minutos en la mañana de ayer con Margaret Thatcher y el titular de Foreign Office, Francis Pym. De vuelta a su hotel, el jefe de la diplomacia estadounidense se puso de nuevo en contacto con Costa Méndez, y poco después se le unió Pym, oficialmente para despedirse. Esta última conversación, que Pym calificó de "útil", duró más de una hora.

Haig regresó a Washington para informar a Reagan antes de partir para Buenos Aires, dando así tiempo, como indicó, para que las partes implicadas reflexionen sobre estas "nuevas ideas", que no se sabe ni si existen. El secretario de Estado hizo gala de un optimismo que desde luego no compartían los británicos. El Reino Unido está estudiando la propuesta de Perú para una tregua de 72 horas entre Londres y Buenos Aires, mientras se prosiguen las negociaciones, pero la respuesta más probable será negativa.

La partida de Haig sin una clara solución en el bolsillo sembró un cierto pesimismo entre los funcionarios británicos, que piensan que se está estrechando el callejón sin salida de esta crisis.

La propuesta argentina, explicada por Jorge: Herrera Vegas, miembro de 1,a delegación en la ONU, pide un cese de las hostilidades en tres frentes: el destacamento naval británico debe detenerse en el océano; el bloqueo militar de las islas, suspenderse; y cancelarse el embargo económico a los productos argentinos (por el que el Gobierno británico agradeció ayer el "abrumador apoyo" prestado por parte de los países de la CEE y de los gobiernos de la Commonwealth). Los argentinos se retirarían entonces, pero las Malvinas no podrían volver a un statu quo ante, es decir, deberían pasar bajo soberanía argentina.

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