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El presidente Reagan concluyó sus vacaciones en el Caribe

Un Ronald Reagan relajado, tras sus cortas vacaciones de trabajo en el Caribe, centra hoy su atención en la necesidad de un compromiso con los demócratas para que el Congreso apruebe el presupuesto federal, mientras sigue muy de cerca la evolución del conflicto británico-argentino sobre las islas Malvinas y prepara el envío de un delegado especial a Tel Aviv para moderar las amenazas de una invasión israelí en el sur de Líbano.

El balance de cinco días de descanso en el área del Caribe, en las islas de Jamaica y Barbados, es objeto de análisis en la Casa Blanca bajo distintas ópticas. Se insiste en que fueron unas vacaciones de trabajo, gracias a las entrevistas que Reagan celebró con el presidente de Jamaica, Edward Seaga, y con el primer ministro de Barbados, Tom Adams, y los de las islas vecinas.La gira de Reagan por el Caribe sirvió, por otra parte, para insistir en los beneficios del Plan para el Desarrollo del Area del Caribe, patrocinado por Estados Unidos con el apoyo de Canadá, México y Venezuela. Sin embargo, algunos líderes de la región caribeña señalaron que, de los 350 millones de dólares previstos por EE UU para ayuda al desarrollo en la zona caribeña, la mayor parte irán destinados a El Salvador.

Aunque la Casa Blanca insistió en que otros presidentes también tomaban sus lógicas vacaciones esquiando, jugando al golf o pescando, las vacaciones playeras del presidente Reagan difícilmente ayudarán a su imagen pública ante los norteamericanos en un momento de crisis económica. De ahí que, una vez programadas las vacaciones en el Caribe, los consejeros presidenciales arreglasen contactos políticos para convertir el relajamiento normal del presidente en unas vacaciones de trabajo, gracias a los contactos políticos de Reagan con los líderes de varias de las islas anglófonas de la zona.

Poco ayudará también a la imagen del presidente el insistente recordatorio de la Prensa norteamericana que, en general, cifra el coste de cinco días de vacaciones laborales en unos 3,5 millones de dólares (unos 360 millones de pesetas). No es que, ni mucho menos, el presidente Reagan y su esposa, Nancy, malgasten tan astronómica suma en esas cortísimas vacaciones.

El coste de la operación se debe al desplazamiento de barcos de la Navy norteamericana a Barbados, la instalación del centro de comunicaciones que permitió al presidente seguir la crisis de las Malvinas o -de haber sido necesario- ordenar un contraataque nuclear en caso de amenaza soviética, el desplazamiento de un equipo médico -en previsión de un atentado o emergencia de salud- más los tradicionales automóviles blindados presidenciales, helicópteros, alto personal de la Casa Blanca y la inevitable corte de periodistas y operadores.

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