_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Seguridad Social y el desconcierto

El reciente anuncio por parte del ministro de Sanidad y Consumo de un número concreto de medidas para mejorar y racionalizar la Seguridad Social provocó interés en los profesionales sanitarios. Pero las medidas han resultado ser, según los autores de este artículo, las mismas que se han venido prometiendo desde hace años, sin que se llegaran a cumplir. El repaso de estas reiteradas promesas da medida de la situación actual de la sanidad española.

Cuando el señor ministro de Sanidad y Consumo se dirigió a los medios de comunicación con las 63 medidas del Programa de mejora y racionalización de la Seguridad Social, todos los profesionales sanitarios, y sobre todo los que tenemos especial interés en la salud pública, esperábamos encontrarnos con un programa concreto y eficaz que intentase acabar de una vez con la absoluta desorganización que hoy reina en nuestra Sanidad.Todas estas medidas, sin embargo, ya habían sido expuestas en términos similares en el BOE de 1978 y, posteriormente, repetidas en las Líneas Directrices de la Reforma Sanitaria de 1980, debatidas en el Parlamento. Es posible que los continuos cambios en el Ministerio de Sanidad hagan olvidar a unos lo que ya regularon y prometieron sus antecesores, pero para eso está la Colección Legislativa, y quizá sería bueno repasársela antes de hacer nuevas medidas.

Por lo visto, la Medicina Preventiva sólo interesa de palabra, y para comprobarlo no hay más que ver los 826 millones que son el total del presupuesto del Ministerio de Sanidad y Consumo para 1982 en este terreno. ¿Se puede hacer algo serio con 39,8 millones dedicados a prevención de enfermedades no transmisibles (cardiovasculares, bocio, hipertensión, diabetes, caries, reumatismo, sordera, cegueras, etcétera)? ¿Con veintitrés millones para sanidad escolar? ¿Con 26,2 millones para protección materno-infantil? Resulta así dificil que la medida 43, que habla de fortalecer la Medicina Preventiva, pase de ser una declaración de buenas intenciones. Por lo demás, habrá que recordar que el Real Decreto del 12 de marzo de 1978 y las Líneas Directrices de la Reforma Sanitaria de 1980 también incidieron sobre el tema... claro que sólo sobre el papel.

Prevenir no es rentable

Y es que quizá el evitar que la población enferme de cáncer, de cirrosis o de bronquitis no es rentabIe, pues interfiere con multitud de intereses creados (en el alcohol, en el tabaco, en el control de los tóxicos industriales, etcétera). Y parece que es más fácil curarlos en los macrohospitales, antes del Seguro, y ahora en las clínicas privadas, y todo ello con el lucro de quienes son expertos en el negocio con la salud ajena.Se puede hablar también de en qué han quedado las normas que programaron y organizaron en 1978 la lucha antidiabética (hoy no se puede saber con seriedad cuántos diabéticos infantiles hay en cada provincia española, por ejemplo) o la lucha antituberculosa (la tuberculosis pulmonar se incrementó en setecientos casos del 1979-1980, yen mil en 1980-1981), todo ello regulado en los R.D. 1. 100 y 1.850/78.

Resulta, pues, difícil que los médicos y los demás españoles crean que unas medidas ya legisladas de antiguo van a ser cumplidas ahora, cuando no lo fueron nunca. Señalemos, de pasada, el R.D. 2.825/77 sobre coordinación hospitalaria, los R.D. 2.826, 2.827 y 2.829/77 sobre publicidad farmacéutica, sanciones a la industria y psicotropos (las nunca realizadas sanciones, la multitud de ayudas extraoficiales para congresos, la exportación de 10.000 millones en psicotropos), el R.D. 1.233/78 sobre Medicina Preventina (se ha desmantelado la Subdirección General de Medicina Preventina del Insalud), los R.D. 2.081 y 2.082/1978 sobre indicadores, gobierno de los hospitales y contabilidad (que nunca se cumplieron y han llevado al caos hospitalario, por ejemplo, el mare magnum de las direcciones de los centros), el R.D. 2.177/78 sobre registro, catalogación, inspección de centros y establecimientos sanitarios (inclumplido en todos sus puntos, especialmente en el sector privado), las medidas sobre farmacia (oficina de farmacia, ensayos clínicos, etcétera), sobre alimentación (comisión central), que han desembocado en la actual situación de los fármacos: la sobredimensión del consumo para las necesidades sanitarias es enorme, y existen vacíos legales en los temas de registros, precios, aditivos reales, materias primas, está por desarrollar el Decreto 944,/78 sobre ensayos, así como las medidas cautelares de control previstas en el R.D. 946/78 y un tan largo etcétera, que evitamos ennumerarlas para no abusar de la generosidad de los lectores.

Los mismos objetivos

Es, por tanto, notorio que en 1978 se fijaron los mismos objetivos para Sanidad que luego se plantearon en 1980 en el Parlamento, sin que en ningún caso se cumplieran y se desarrollaran estos objetivos. ¿Por qué, entonces, estas medidas nuevas que dicen lo mismo que las antiguas?Sobre esta base, parece una burla el que en 1982 se nos vuelva a prometer lo ya prometido en 1978 y 1980, sin haber abordado el único objetivo realizable y barato: un servicio integral y justo de salud. Porque parece burla volver a hablar de "campaña de concienciación pública para reducir el consumo de medicamentos" (medida 54). ¿Cómo van a llamar esta nueva operación Fleming?. ¿Van a volver a llenar los ambulatorios de cartelitos con comprimidos de colores? ¿Y cuándo van a controlar de verdad el Vridemecum? Lo mismo sucede con la política de conciertos (medida 49), absolutamente regresiva y privatizada, porque éstos no se plantean como complementarios del sector púbbco, sino como el lucro de unos particulares al lado de hospitales semivacíos y mal aprovechados. Y otra vez las mismas cantinelas sobre plantillas, las promesas de reforzar la medicina de familia (¿cuándo?), sobre la libre elección de médico (que, por cierto, los médicos progresistas de este país ya hemos defendido mucho antes que los asesores del Ministerio de Sanidad y Consumo, y que ya se prometió en 1980), sobre horaríos (¿sólo para quienes ya los cumplen o esta vez va a ser para todos?), otra vez se vuelve a prometer la regulación de la asistencia de enfermos privados en el sector publico (promesa que ya hizo el señor Oliart hace quince meses) o sobre medicina laboral (que se quedará en el control de la ILT).

Las mismas frases, las mismas promesas, ya se hicieron en 1980; si se repasan los epígrafes de la Reforma Sanítaria y las Medidas, se verá que casualmente coinciden los temas y, lo que es peor..., el contenido. Para esto habría resultado más fácil el haber hecho que los decretos que en su día firmó el señor Sánchez de León se hubieran puesto en marcha, sin más declaraciones, sin más conferencias de Prensa, sin más promesas de cumplir lo siempre incumplido. ¿Por qué esta repetición? ¿Por qué se nos quiere hacer tragar como nuevas unas promesas incumplidas de antiguo?

junto con R. Guaita, G. Hernández Less, M. Sánebez, J. L. Pedreira, M. R. Terrazo, J. Toledo, J. M. Rivera, B. Pérez Zancada, B. Pascual, M. A. Hernández, A. Fernández Liria y L. Villanueva, que suscriben esta tribuna, son médicos y miembros de la Junta Directiva de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_