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Mitterrand y Reagan, aliados frente a la Unión Soviética pero enfrentados sobre los problemas centroamericanos

Aliados ante la Unión Soviética, pero adversarios en Centroamérica, tal fue el tono que resumió la visita relámpago, de sólo diez horas de duración, realizada por el presidente francés, François Mitterrand, al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan. Con evidente deseo de quitar tensión al encuentro, los portavoces de la Casa Blanca insistieron en que tiásicamente la entrevista fue para preparar las próximas reuniones en la cumbre que durante la primera quincena de junio reunirán a los grandes de los países occidentales en Versalles para temas económicos, y en Bonn para asuntos políticos y defensivos. "Ha sido una reunión desacostumbrada, porque ha sido una reunión de amigo a amigo", dijo el presidente Reagan, al término de dos horas y media de almuerzo y conversaciones en la Casa Blanca. Ambos políticos coincidieron al afirmar que los preparativos de las cumbres de junio fueron el tema conversaciones.

Pero los preparativos de la cumbre de Versalles, del 4 al 6 de junio, de la que Mitterrand será el anfitrión, no lograron desplazar el clima de diferencias profundas que existen entre París y Washington a propósito de las relaciones con Nicaragua o El Salvador.

Ambos estadistas, el conservador Reagan y el socialista Mitterrand, aplican conceptos diame tralmente opuestos en el candente conflicto de Centroamérica. Mientras Francia vende material militar a Nicaragua por valor de dieciseis millones de dólares, provocando la irritación del Pentágono y la Casa Blanca, EE UU denuncia la política sandinista, sin desmen tir las informaciones divulgadas por la Prensa de un plan encubierto de la CIA para apoyar una fuerza militar de quinientos hombres contra Nicaragua.

"En lo que se refiere a Centroamérica, creo que el presidente Mitterrand comprende mejor ahora los objetivos prioritarios de EE UU", dijo Reagan ante la Prensa. "Comparte nuestra preocupación de que si no logramos instalar gobiernos democráticos en esta región, habrá consecuencias muy graves", zanjó Reagan.

Momentos después, Mitterrand replicó, respecto a Centroamérica que "hay que luchar contra la miseria, la explotación y las dictaduras siempre sangrientas", confirmando "el punto común en la necesidad de favorecer la creación de gobiernos democráticos".

Mientras Washington envía consejeros militares y material bélico a El Salvador, defendiendo una hipotética solución electoral, París defiende un programa conjunto con México para iniciar negociaciones de paz en El Salvador que reúnan a todas las partes.

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En materia de cumbres en Europa, Francia, junto con la República Federal de Alemania y el resto de países del Mercado Común, se queja una y otra vez de la política de altos tipos de interés bancario practicados por EE UU. "Necesitamos demostrar la cohesión atlántica ante el expansionismo soviético", dijo Reagan, comentando los preparativos en relación con la cumbre.

En relación de la cumbre atlántica -en la que posiblemente participe por vez primera el presidente del Gobierno español, si se cumple el calendario de ingreso de España en la OTAN-, las divergencias euro-norteamericanas van en el sentido de las negociaciones para una reducción y control de armas estratégicas en Europa, de las que dependen la instalación en territorio europeo de la nueva generación de misiles Pershing 2 y Cruise, destinados a contrarrestar el poderío destructor de los misiles SS-20 soviéticos.

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