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La reina de Inglaterra inaugura en Londres el Barbican Center, un centro cultural 'único en Europa'

Su construcción ha costado cerca de 30.000 millones de pesetas

Andrés Ortega

Cerca del corazón financiero de Londres, la City, que deja de latir a las seis de la tarde, la reina Isabel II de Inglaterra inauguró ayer un nuevo centro cultural "único en su género en Europa". El Barbican Center tiene un futuro incierto por su ubicación y su algo confusa arquitectura. Para paliar estos defectos, sus promotores han logrado atraer a dos grupos de gran renombre: la Royal Shakespeare Company y la London Symphony Orchestra. Comenzó a construirse hace diez años con un presupuesto de dieciséis millones de libras y ha sido terminado con un desembolso cercano a los 150 millones de libras (casi 30.000 millones de pesetas).

Dentro de esta masiva estructura de hormigón armado -en este y en otros aspectos no se ha tratado de emular el Centro Georges Pompidou, de París, ni el Centro Kennedy, de Washington- se aloja una sala de conciertos, dos teatros, una galería de arte, un patio de esculturas, tres cines, una biblioteca, dos restaurantes y dos zonas de exposiciones.En este barrio del Barbican, destruido durante la guerra y que ahora mezcla complejos residenciales con edificios de oficinas, los arquitectos Chamberlin, Powell y Bon intentaron en 1955 sacar este centro adelante. Los trabajos comenzaron en 1971. El coste final es de unos 28.000 millones de pe setas. Consta de diez pisos de altura -cuatro por debajo del nivel de la calle-; el Barbican Center re sulta algo confuso, si bien la decoración en tonos naranjas y verdes es reposante.

Comencemos por el teatro: con su torre de 33 metros, puede tener preparadas dos producciones en teras simultáneamente, permitiendo así la presentación de cinco obras distintas cada semana. Con capacidad para 1.100 espectadores, un truco arquitectónico permite a todas las galerías estar a la "distancia mágica" de veintiún metros del escenario. Aquí se mudará la Royal Shakespeare Company (abandona su hogar en el Aldwych), y estrenando en abril una nueva producción de Enrique IV Debajo de,esta sala se encuentra el foso, con doscientos asientos para teatro experimental.

Con una sala de conciertos para más de 2.000 espectadores, la London Symphony Orchestra ha encontrado un hogar definitivo en el Barbican, donde residirá durante tres temporadas de cuatro semanas al año. En esta mole arquitectónica, la orquesta dará 107 conciertos en 1982, bajo la dirección de Claudio Abbado, Andrés Previn y Eduardo Mata, entre otros, y con la participación de artistas individuales como Yehudi Menuhin y Rudolf Serkis. La English Chamber Orchestra dará otros veintitrés conciertos, quedando la sala libre en los días restantes para otros grupos musicales. Sin capacidad para un gran coro y sin un órgano, el Barbican no pretende competir con el Festival Hall.

Con más de 1.400 metros cuadrados, la galería de arte se estructura de un modo similar a la Hayward Gallery, alternando exposiciones de vanguardia y retrospectivas. La galería se inaugura con una exposición litulada Postrimerías, Francia 1945-1954, nuevas imágenes del hombre, reuniendo 170 obras de maestros como Picasso, Dubuffet, Bonnard, Giacometti, Miró y Matisse. Una exposición sobre teatro, danza y mimo

de la India comparte este amplio espacio. El patio de esculturas adyacente es también utilizable para conciertos al aire libre.Junto a estas posibilidades, el Barbican Center dispone de tres pequeñas salas de cine y una biblioteca de préstamo de 80.000 volúmenes, especializada en las artes, como lo muestra una copiosa discografía. Codo con codo con este imponente edificio se ubica el Guila Hall School of Music and Drama, con una sala de conciertos para cuatrocientas personas y un teatro que puede acoger a doscientos espectadores. Dos zonas de exposiciones vienen a completar y a rellenar los espacios vacíos de este Barbican Center, que en estos tiempos de aprietos económicos será también utilizado como centro de conferencias y congresos. Sin embargo, lo que está en duda es la viabilidad del centro, que no se sabe si ha abierto sus puertas demasiado pronto o demasiado tarde. A pesar de sus flexibles horarios no será fácil convencer al público para que acuda a esta zona más bien desértica fuera de las horas de trabajo, exceptuando a los habitantes de los grandes bloques locales. Con la profusión de salas de conciertos y de teatro en Londres, el futuro del Barbican Center está en entredicho.

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