La prosa de José Cadalso se anticipó al estilo de románticos como Larra e ilustrados como Jovellanos
, José Cadalso (1741-1782), uno de los mejores escritores españoles del siglo XVIII, que en su carrera militar alcanzó la graduación de coronel, era un pacifista a ultranza que jamás justificó el uso de las armas para resolver los problemas internos de su país, y veía en la guerra sólo una respuesta ante situaciones de conflictividad internacional, según José Caso González, catedrático de Literatura española y director de la Cátedra Feijoo y del Centro de Estudios del siglo XVIII de la Universidad de Oviedo, que durante estos días participa en actos organizados, con motivo del bicentenario de la muerte del escritor, en Madrid, Cádiz, San Roque y Granada.Caso asegura que Cadalso "condenaría hoy radicalmente el intento de golpe de Estado del 23-F y la violencia etarra". Contemplaba a España, agrega, en una decadencia total en lo social y en lo económico, pero defendía una sociedad civil no militar, pese a ser él un soldado convencido, como modelo de convivencia para España.
Cadalso se plantea, seriamente, por primera vez dentro del ámbito ilustrado, el problema de España, las razones de su decadencia y la crítica de la situación española en torno a 1770. No aporta realmente soluciones, pero con su conocimiento de la sociedad española y sus reflexiones abre el camino en el que surgirán después planteamientos rigurosos de hombres como Jovellanos. Es cierto, argumenta el profesor Caso, que al abordar por primera vez España como problema, no ha logrado eludir ciertos prejuicios sociales que le condicionaba. Así, por ejemplo, cree que cada clase social debe tener una educación específica en función de la misión que le corresponde en la sociedad. Las clases populares deberían, por tanto, prepararse para realizar lo mejor posible su papel, sin tratar de abandonarlo.
Crítica del señorito
Para el profesor Caso es incorrecto considerar reaccionario este criterio de Cadalso, "puesto que", agrega, "sus principales críticas van dirigidas contra las clases nobles que ni cumplen su misión ni se educan conveniente para ello. Su crítica del señorito andaluz es realmente sangrante". La recuperación de España exigía, según Cadalso, la vuelta a los planteaunien tos de la época de los Reyes Católicos, la renovación de la enseñanza universitaria y no universitaria, cuyos métodos se encontraban ya desfasados en toda Europa, la aceptación de la ciencia experimental y la superación de la caótica situación económica.
El profesor Caso opina que el autor de Cartas marruecas, ocupa, desde el punto de vista estilístico, un primer lugar entre los escritores del siglo XVIII. "Es más", añade, "si no me arrastra la deformación profesional, creo que es uno de los tres o cuatro autores que se pueden leer hoy, no sólo con gusto sino con deleite, sin embargo, como poeta es incapaz de entretener a un lector normal, aunque su poesía, que ejerció notables influencias es francamente buena". En su opinión, los críticos que consideran a Cadalso elprimer romántico europeo están sencillamente trasladando una cultura posterior a sesenta años antes. "Creo", afirma, "que eso es un desenfoque de la cuestión, aunque es cierto que este escritor inicia con Cartas marruecas un planteamiento crítico del problema de España que reaparecerá en escritores ilustrados posteriores, como Canuelo y Jovellanos, y también en escritores románticos como Larra, y que incluso en algunos aspectos anticipálá critica de la generación del 98'".
Por otra parte, Cadalso, conocedor de la cultura europea, entró en los círculos madrileños y salmantinos con nuevas formas estilísticas, e incluso una nueva temática. Caso le considera el impulsor de una reforma poética que estaba ya en el ambiente, pero que contribuye a potenciar y encauzar.
La supuesta perturbación de los sentidos, por la muerte de la actriz María Ignacia Ibáñez, la filis, de sus poemas de la que estaba enamorado, que le habría llevado al extremo de pretender desenterrar su cadáver, ha sido estudiada por Glendinning, que demostró suficientemente que ni hubo intento de desenterramiento, ni fue desterrado a Salamanca por el conde Aranda. Caso sostiene al respecto que Noches lúgubres es una reflexión pesimista sobre el hombre, en la que sí pudo influir sentimentalmente el fallecimiento de María Ignacia Ibáñez.
Muchas de las reflexiones de Cadalso podrían tener infinitas aplicaciones a la realidad actual, según el profesor asturiano, quien insiste en su condición de militar convencido. Cuyo valor quedó demostrado en el sitio de Gibraltar, donde perdió la vida.
Babelia
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