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Reportaje:

El bloqueo de carreteras, principal método reivindicativo de los camioneros españoles

Ayer fue la "maldita lechuga" y mañana será el "maldito tomate". La amenaza de violencia contra los productos hortofrutícolas españoles a su paso por las carreteras del sureste francés no desaparecerá hasta que los dos Gobiernos de París y de Madrid, se sienten a negociar una salida a este viejo contencioso. Los camioneros españoles, entre tanto, pasarán la aduana atenazados al volante y con el miedo metido en el cuerpo. En época de lechuga, tomate o albaricoque circularán a la altura de Le Boulou, Perpiñán o Béziers pendientes de que un comando de agricultores queme su camión, tire su mercancía o ataque su integridad física. De ahí al bloqueo de la frontera sólo habrá un paso, produciendo un nuevo colapso en el paso a Francia. El cruce de camiones y el bloqueo de accesos a la frontera francesa volverá a repetirse si se producen dos circunstancias: nuevos ataques a los vehículos al otro lado de la aduana y, una reducida concentración de camioneros en las proximidades de La Junquera. Y eso es fácil porque a diario pasan aduana alrededor de quinientos camiones. Los conductores no ejercerán ninguna medida de protesta o presión mientras circulen en solitario, pero no dudarán en cortar las calzadas con sus pesados trailers cuando se sientan arropados por la presencia de otros colegas españoles, holandeses, italianos o belgas; la nacionalidad no importa.El bloqueo de las carreteras es el único medio eficaz que tienen los camioneros españoles para exponer sus problemas y pedir soluciones inmediatas. Cuando el corte es una realidad, como lo fue en La Junquera en junio de 1980 y el pasado fin de semana, los conductores hacen públicas sus iras. Entonces, en ingenua improvisación, denunciarán su propio miedo. Exigirán que el Gobierno español les ofrezca "por escrito" garantías de seguridad física y, material en territorio francés, acusarán a los policías vecinos de provocar multas o se quejarán del mal trato que les dispensan los paisanos al otro lado de la frontera.

En pleno caos de camiones cruzados surgirá el líder, un líder también improvisado que se encargará de unir a los conductores -muchos son autopatronos con tentaciones de abandonar el bloqueo- y dialogar con las autoridades. En La Junquera, los pasados días se autoproclamó líder Agustín Riera, natural de Alicante, 31 años, casado, tres hijos, voz aguardentosa, anchas espaldas y camión propio. Cochise, como algún colega le acabó llamando por su pelo lacio largo y su cara de rasgos indios, utilizó todo tipo de argumentos para mantener el bloqueo; cuando sus razones no encontraron el eco que consideraba necesario apeló a los atributos del macho. Mano de santo entre esta casta de trabajadores.

Agustín Riera, Cochise, exigió del gobernador civil de Gerona, Ramón Codina, un documento escrito en el que se garantizara la seguridad personal para los conductores a su paso por Francia. El gobernador sufrió para convencerle de que este tipo de documento no lo puede firmar ningún Gobierno. Cochise exigió que el Gobierno español hiciera frente a las indemnizaciones en caso de ataques y daños físicos producidos en territorio francés. El gobernador y los patronos transportistas tardaron en convencerle de que el actual sistema -el camionero denuncia el ataque a la Asociación de Transporte Internacional por Carretera (ASTIC), y ésta al Ministerio de Asuntos Exteriores, que a su vez lo notifica a la prefectura correspondiente para que proceda al pago de la indemnización- es bueno. Cochise exigió un horario más amplio para cruzar el paso aduanero y para hacer el recorrido La Junquera-Barcelona. Concedido.

Cochise, por último, exigió que los acuerdos se rubricaran en un documento y hasta que no lo consiguió los camiones no desbloquearon el paso. La desconfianza de los camioneros hacia la Administración es casi infinita.

Un conflicto cíclico

Los camioneros españoles están en el medio de una tijera que manejan los agricultores del Pirineo oriental francés contra los productos hortofrutícolas españoles. El cesto de productos lo componen, entre otros, el tomate, melocotón, albaricoque, alcachofa, berenjena, pepino, escarola y lechuga.La producción española en el caso de algunos productos -tomate y lechuga, por ejemplo- abarca todo el año; la francesa sólo se obtiene una vez al año. Cuando los agricultores franceses consideran que tienen muchas dificultades para colocar su mercancía en los mercados europeos y que la competencia española rebaja en exceso los; precios inician las hostilidades. Y en sus ataques a los productos españoles no discriminan productos ni mercancías. El Sindicato de Jóvenes Agricultores y la Federación Nacional de Sindicatos de Explotaciones Agrícolas son las organizaciones que dirigen a los agricultores para oponerse a la política agrícola del Gobierno francés, al que acusan de torpedear la "preferencia comunitaria" que proporciona la condición que tiene Francia de miembro de la Comunidad Económica Europea.

Cuando se pregunta el porqué de los ataques contra los productos españoles se obtiene una respuesta estereotipada. "¿Qué sucedería si en España hubiera crisis en el sector de cítricos y cruzaran la península las naranjas marroquíes?".

La solución a este conflicto cíclico corresponde adoptarla a los Gobiernos español y francés, y pasa, según todas las opiniones, por la convocatoria de una mesa redonda en la que también participen los agricultores de los dos países y un solo punto del día: armonizar las producciones.

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