La elocuencia de un mudo
Hace unos meses llevaron a Albert Boadella a una confrontación universitaria en Sitges. La sesión fué maratoniana. Un comediante que aún conserva aires gatunos y callejeros no parecía encajar bien en un acto académico. Esa, al menos, era la impresión inicial. Luego el contrasentido entre el hombre y el marco se fue desvaneciendo, hasta desaparecer. No es que Boadella se academizase, sino todo lo contrario: fue la cátedra la que se había, imperceptiblemente, juglarizado.Esto da idea del la fuerza y la sutileza que, como actor, tiene Albert Boadella. Habló por lo codos, primero en un toma y daca bastan te ortodoxo con los entrevistado res, luego, a medida que se hizo dueño de la tarima, a través de unas reglas de juego que invirtieron la relación inicial y poco a poco fueron convirtiéndola en una representación. De hablar de teatro pasó a ejercerlo. Un actor de su especie lo lleva en la sangre
Para Boadella, que hace ya años no actúa en sus espectáculos, el teatro es el actor, sólo el actor. Puede haber teatro sin texto, sin drama, sin luces, sin música, sin escenario incluso. Pero no puede haber teatro sin actor, y el actor es sólo un cuerpo en movimiento, capaz incluso de prescindir de la palabra. Desde esta médula, el teatro de Boadella va poco a poco incorporando a su código de signos los accidentes. El teatro silencioso de Boadella llegó a su cima en El joc y Mary d'Ous. Desde Alias Serrallonga la palabra entró en él y ascendió a través de La torna, M-7 Catalonia y Operació Ubu, en un proceso creciente de complicación.
Hoy, el teatro de Els Joglars es ya hablado y, no obstante, Sigue siendo el mismo. No ha perdido ni su lenguaje ni sus víctimas, porque ambos son tan antiguos como esta práctica: el gesto y la transgresión. Boadella es un cómico en el sentido antiguo, un individuo que con un pie en la sociedad y el otro fuera de ella, se burla del poder. En su trabajo vuelven a nacer viejas constantes de la cultura mediterránea. Es catalán, español y, de todas partes, sin que ninguna, aduana le registre el equipaje, porque no lo tiene.
Boadella se ha convertido en una veintena de años en uno de los creadores más originales del teatro europeo. Sin embargo habla, como si estuviera en los comienzos y entrase en cada nuevo trabajo desde la nada, reinventando desde el principio al Fin su aprendizaje. Cada espectáculo le vacía y le deja sin otro patrimonio que su cuerpo. Entonces Boadella comienza otra vez a moverse, y el teatro a nacer.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.