Una espléndida película de género

La fuga de Segovia.Tras la muerte de Franco, el cine español ha tenido por fin oportunidad de narrar una serie de acontecimientos históricos que la intransigencia de la censura anterior y la debilidad de los viejos productores no hizo posible. Algunas películas de Camino, Saura, Bardem Mercero, Berlanga, Patino u Olea han planteado la posibilidad de un cine autocrítico que pudiera referirse a nuestra historia reciente sin medias tintas.La fuga de Segovia, del joven director vasco Imanol Uribe, aporta un nuevo dato en ese proceso liberalizador. Más aún: es una de las películas más inteligentes y bien realizadas que este género político nos ha ofrecido. Uribe no ha querido plantearse la crónica de la espectacular fuga de presos vascos ocurrida poco después de la muerte de Franco, en términos discursivos, sino que ha preferido hacer hincapié en la aventura persona de esos presos ansiosos de alcanzar la libertad. Puede que algún dato de tipo político, en la parte final sobre todo, no quede suficientemente explicado, pero el conjunto de la narración aporta los elementos suficientes para vivir junto a esos presos toda su hazaña, participando emocionalmente.

Lo que más sorprende de La fuga de Segovia es el brío narrativo del director. Su película anterior El proceso de Burgos, se inclinaba claramente por el documental y aunque su certero montaje impedía que el espectador se aislara podía suponerse que en su primera película dramática Imanol Uribe mostraría la inevitable torpeza de casi todos los nuevos realizadores cuando no la pretenciosidad que ha arruinado gran parte de las opera prima de estos últimos años. Sin embargo, es tal su seguridad en lo que cuenta y la eficacia de su buer hacer que La fuga de Segovia acaba siendo doblemente ejemplar tanto es una recia película del género de aventuras como una crónica histórica que interesa por su verosimilitud. Esa positiva sorpresa se hizo ya patente en el último festival de San Sebastián, donde el entusiasmo previo del público, que quizá buscaba sólo un didactismo fácil, se truncó en admiración ante una película que ofrecía otros atractivos.

Entre ellos, no puede olvidarse el trabajo de los actores, que, en conjunto, dan una réplica valiosa al trabajo de Uribe. Por la importancia de sus personajes y por la sensibilidad aplicada a su entendimiento, destacan Xabier Elorriaga, Mario Pardo y Ovidi Montllor.