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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El triunfo del 'mensajero gris'

Amadeus, de Peter Shaffer.Mozart y Salieri; un antiguo tema, una leyenda apasionante. Antonio Salieri era un hombre de estudio y trabajo, religioso, sólido en sus convicciones y su fe en la música; Mozart, un muchacho que había sido niño prodigio y que estaba dotado de una especie de don, o de gracia: todo parecía salirle solo, espontánea y naturalmente. El triunfo de Mozart era la desgracia de Salieri: contemplar esa maravilla, escuchar una música bendita, le hizo vacilar en todas sus creencias, en toda su estabilidad. Y odió a Mozart. Hasta ahí más o menos lo histórico, lo que se sabe. Una situación dramática, de protagonista y antagonista: la irrupción de la envidia, de la calumnia, en el mundo teóricamente elevado del arte. Después empieza la leyenda. Unas palabras de Mozart, unos rumores recogidos por Beethoven años más tarde y la mera calumnia social empezaron a acusar a Salieri del asesinato de Mozart. A lo cual se une otra situación teatral y novelesca: un mensajero gris visitó a Mozart, le encargó una misa de Réquiem y desapareció: el Réquiem sirvió para el funeral de Mozart. La suposición de que el mensajero gris pudiera ser Salieri, y la de que envenenase a Mozart, bien con auténtico veneno bien hundiendo su vida, es la prueba de que las calumnias pueden prosperar en las sociedades con gran facilidad. La calumnia sobre el desgraciado Salieri se sostiene casi doscientos años después. Se sabe ya que el mensajero gris era en realidad un intermediario del conde de Walsegg, un pobre diablo que encargaba clandestinamente composiciones a los grandes autores, se las pagaba bien y luego las estrenaba con su propio nombre. Se sabe también, desde hace poco, que Mozart murió en realidad de una sangría mal hecha. En realidad, la fama de Mozart y la envidia de Salieri se volvieron contra el italiano: fue un buen compositor y apenas se le cita nunca ni se le escucha.La leyenda Mozart-Salieri ha aparecido en varias novelas y cuentos. Y ahora Peter Shaffer (Ejercicio para cinco dedos, Equus) la ha convertido en comedia. Toda esta exposición es para explicar que no hay que confundir leyenda o comedia con realidad histórica; ni a Mozart con el muchachito soez y maleducado que aparece en escena ni a Salieri convertido en asesino. La libertad dramática permite que esas figuras se conviertan en ideas: en la teatralización de la envidia, en la proclamación de la mediocridad. La comedia lleva ya muchas representaciones en el mundo: París, Londres, Nueva York. Muchos creen que su éxito principal está en las interpretaciones y en la escenografía. La realidad es que hay una intriga, un enfrentamiento dramático, la visión de un hombre genial arruinado por uno mediocre: algo de cualquier tiempo.

Traducción de Pilar Salsó

Adaptación de Santiago Paredes. Intérpretes: José Luis Pellicena, Juan Ribó, Laura Cepeda, Miguel Rellán, Fernando Ransanz, Roberto Ariño, Ramón Durán, Fabio León, Javier Viñas, Antonio Casado, Francisco Torres, Carmen Mora, Ana Gracia, Javier Mampaso, Angel Fuenterría, Daniel Oliván, Pilar Mora. Decorados de Manuel Mampaso. Figurines de Pilar Salsó. Dirección de Santiago Paredes.Estreno: Teatro Marquina, 27-2-1982.

Llega a Madrid. Y no tiene aquí demasiada suerte. Una comedia de reparto largo es difícil de montar en Madrid y de dirigir. Estas dificultades sobresalen por encima del esfuerzo de todos, incluido el del escenógrafo. La dirección de Santiago Paredes, autor también de la adaptación, no sujeta, no centra, no domina los elementos. Hay exceso de caracterización en los dos personajes principales. Pellicena, por ejemplo, tiene que sobreponer los signos externos de un italiano y de un viejecito, y así, recargados, se pierde la esencia de su personaje, como le sucede a Juan Ribó al tener que infantilizar, vulgarizar y hacer soez a Mozart (un recurso del dramaturgo: el conocido recurso de la contradicción entre imagen pública y cotidianidad). Miguel Rellán tiene un personaje de caricatura, y resulta ser el mejor. Todo ello no afectó al público del estreno; aplaudió en algunos momentos, siguió la intriga y ovacionó a todos al final.

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