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Arabes e israelíes, condenados a entenderse

¿Se está comportando Menájem Beguin como el último líder sionista o como el jefe del Estado de Israel? Su sionismo se basa (y siempre se ha basado) en unas ambiciones de nacionalismo extremista que han sido abandonadas por el movimiento sionista ya hace décadas.En la actualidad ha abandonado la idea de incluir el territorio de Transjordania en el Estado judío, y parece dispuesto a abandonar los asentamientos israelíes en el Sinaí, con el fin de neutralizar a Egipto; pero esto solamente facilitará la consecución de su verdadera meta, que sigue siendo la inclusión en el Estado de Israel de los territorios ocupados: de hecho, la anexión de los altos del Golán no es más que un paso en esa dirección.

El problema de la política de Beguin está en que, siendo la expresión de su rama del sionismo extremista, puede ir en contra de los intereses vitales del Estado de Israel.

Casi la mitad de los electores israelíes creen, al igual que yo, que, esto es así; pero los peligros a largo plazo que supondrá él resultado de la política de mister Beguin pueden no ser evidentes para todos durante un tiempo, gracias a división entre los árabes y a la neutralización de Egipto, que durará seguramente hasta el próximo mes de abril, fecha en que el resto del Sinaí ha de ser devuelto a Egipto.

Mirando a un futuro más lejano, casi todos los observadores independientes -incluyendo a los más proisraelíes- están convencidos de que la estrategia de sionismo extremista de mister Beguin es insostenible y que expondrá a grandes peligros al Estado de Israel. Yo, por ejemplo, solamente puedo repetir lo que ya se dijo, a principios de 1981, en el informe a la comisión trilateral sobre Oriente Próximo, que llevaba, además de la mía, las firmas de Garret, Fitzgerald, Joseph Siseo e Hideo Kitahara.

En aquella ocasión escribimos: "La continuación indefinida de la ocupación de los territorios. por parte israelí es una alternativa insostenible. Podría incrementar el aislamiento de Sadat. Podría inducir a algún tipo de unidad árabe aumentando los sentimientos antiisraelíes, fortalecer las fuerzas radicales y debilitar la posición dé Estados Unidos en el mundo árabe. Es más, la ocupación indefinida no aseguraría ni la supervivencia ni la seguridad de Israel ... ; en una palabra, tal actitud no va en beneficio de los intereses de Israel, de los árabes ni de los países de la trilateral, y en última instancia va a resultar ser más una incitación a la guerra que a la paz".

El correr las fronteras de Israel unos cuantos kilómetros hacia el Este no puede en modo alguno fortalecer la seguridad básica del Estado. La cual, hasta el presente, sigue basándose en el potencial militar israelí y en su alianza con Estados Unidos. Pero, a la larga, no puede basarse en otra cosa que en el reconocimiento de Israel por el mundo árabe.

Una meta difícil

Una estrategia de sionismo extremista por parte de Israel hace tambalear la alianza americana, e imposibilita la aceptación de Israel por los árabes, que en la actualidad significa tanto como decir los palestinos, puede dar al Estado judío, fruto histórico del sionismo, su definitiva seguridad.

Es esta una meta difícil debido al ciego rechazo de Israel por parte de los líderes árabes y palestinos más extremistas, pero no queda otro camino, a menos que se comparta la confianza de mister Beguin de que el movimiento palestino pasará.

Aparte de mister Beguin y sus seguidores, casi nadie cree que eso suceda. Esto quiere decir que un compromiso con los palestinos servirá a los intereses del Estado de Israel mucho mejor que el soñar despierto de los sionistas de tendencia más extremista.

El propio mister Beguin pareció haber reconocido esta verdad en los acuerdos de Camp David; en vez de eso, se ha adelantado al extremismo de la OLP y Siria para crear otro hecho consumado, que va a imposibilitar futuras negociaciones y compromisos, La ocupación de los territorios del Golán solamente puede fortalecer la oposición de Siria a un plan árabe moderado, conducente al reconocimiento de facto del Estado de Israel; a menos que Siria vea la trampa que le está tendiendo Beguin.

El éxito a corto plazo de mister Beguin encierra peligros futuros para Israel. Pero ¿quién puede pararlo? Por fin los americanos empiezan a tomar seriamente este problema. Pero incluso si deciden utilizar toda su influencia para frenarlo, o por lo menos para imitarlo, es dudoso que puedan conseguirlo.

Sin embargo, es algo que ha de intentarse. Incluso el aminorar la marcha de la estrategia de Beguin sería un éxito: hay que ganar tiempo para que la opinión pública israelí se dé cuenta de los riesgos que acarrearán los éxitos del presidente Beguin.

¿Comprenden los israelíes que con su política actuarse arriesgan a debilitar irremediablemente la alianza americana? Y ¿han expresado los americanos la verdad con claridad suficiente?

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