Dos instrucciones del Papa a su enviado especial a Varsovia
"Si la Iglesia no encontrara una solución de compromiso en Polonia, la catástrofe será segura", afirmó ayer en Roma el historiador polaco Dominik Morawski, autor del libro La Polonia cristiana. Este compromiso para evitar lo peor es lo que el Vaticano está intentando con la presencia en Polonia de Luigi Poggi, enviado especial de Juan Pablo II.Según noticias recogidas ayer, Poggi, que tuvo una larga conversación con el Papa antes de dejar el Vaticano, llevaba para la Iglesia polaca dos instrucciones muy concretas: conseguir que se revoque lo antes posible el estado de guerra y que sean liberados los dirigentes de Solidaridad encarcelados. A cambio, la Iglesia estaría dispuesta a negociar con el Gobierno para ayudar a la población a aceptar un cierto rigor que no humille los derechos fundamentales civiles, y con el mismo partido comunista para restablecer el intento inicial de diálogo entre Gobierno, Solidaridad e Iglesia.
Que el Gobierno de Varsovia está dispuesto a no enfrentarse demasiado con el Vaticano lo demuestra el hecho de haber concedido el permiso de entrada en Polonia a Poggi, ya que ayer se supo que en realidad el diplomático pontificio salió de Roma sin la seguridad total de que podría entrar en Polonia. Por eso fue primero a Viena, donde se encontró con el cardenal Koenig, experto en el diálogo con el mundo comunista. Allí esperó el permiso para entrar por tren a Varsovia.
La radio oficial polaca dio también en sus servicios informativos de ayer las palabras pronunciadas por el papa Wojtyla la mañana del domingo en la plaza de San Pedro, afirmando que el Papa "ha querido mantener una actitud neutral en relación con los acontecimientos actuales".
Pero la emisora oficial había censurado las dos frases fundamentales de Juan Pablo II: cuando pidió el derecho de los polacos "a la paz y al respeto de los derechos civiles fundamentales" y cuando pidió oraciones "por los muertos, heridos y encarcelados en Polonia, mi patria". Es, sin embargo, significativo que el Gobierno de Varsovia tenga interés en presentar a la población a un Papa neutral.
De otra parte, ayer se anunció oficialmente en el Vaticano el próximo viaje de Juan Pablo II a Nigeria y Gabón, en febrero. Es probablemente un mensaje cifrado para dar a entender que el Papa desea mantener su programa normal, sin querer dramatizar el hecho polaco.
Ayer se afirmaba en el Vaticano que todos estos gestos recíprocos de una cierta distensión entre la Santa Sede y el Gobierno de Varsovia podrían significar la voluntad extrema de querer frenar lo más posible las consecuencias imprevisibles de un agravamiento de la tragedia polaca.
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