Luis de Pablo hace del sonido de la guerra música para la paz

La última obra de Luis de Pablo, Sonido de /a guerra, estrenada el pasado jueves en el teatro Real, obtuvo un éxito rotundo. El público, que casi llenaba el local, aplaudió al compositor y a sus intérpretes durante largo rato y les hizo salir a escena muchas veces.Sonido de la guerra constituía el punto culminante del concierto Música para la paz, organizado por la Cruz Roja Española dentro de su campaña de promoción de los derechos humanos. Antes, el conjunto vocal e Instrumental Koan, bajo la dirección de José Ramón Encinar, dio una versión rigurosa y austera de los Cantos de cautividad, de Luigi Dallapíccola, estrenada en Madrid, en presencia del compositor, en 1953, por Odón Alonso, y dirigida años después, también para Radio Nacional, por Igor Markevitch. Es página clásica del músico italiano, tanto desde el punto de vista estético como del ideológico: un profundo humanismo puesto siempre al servicio de la libertad. En los Canti empieza a definirse, con trazo seguro, la posibilidad de un serialismo latino.

Pedro Corostola, nuestro oran violonchelista, tocó excelentemente la tercera suite de Bach, a través de la cual fue evocada la figura representativa de Pablo Casals, de quien, por otra parte, fue discípulo Corostola.

En fin, la soprano Ana Higueras, el tenor Manuel Cid, Pedro Corostola, el recitador Francisco Valladares y las voces e instrumentalistas del Koan, dieron una espléndida primera audición de Sonido de la guerra, una suerte de cantata sobre el poema del mismo título de Vicente Aleixandre, escrita por encargo de la Cruz Roja.

La palabra del Nobel

Sigue Luis de Pablo, con minucioso preciosismo, la palabra poética del premio Nobel, en su letra y en su espíritu, de modo que el resultado es una serie de estrofas melódicas montadas sobre la estructura de la desolación, consecuencia de toda guerra.

El recitado alterna con el canto, prolongado en su belleza por el juego, muy individualizado, del parco grupo instrumental: violonchelo, con carácter solista, flauta baja, celesta, arpa y percusiones (determinadas e indeterminadas), que sólo en el número final se conjuntan en tutti con las voces. La música de De Pablo tiene tanto de extensión de la poesía como de introspección en su contenido, sin que por un momento caiga ni roce la alusión descriptiva. Pentagramas serenos y de hondo lirismo éstos de Luis de Pablo, que toman punto de partida en los escritos como ilustración escénica para La velada en Benicarló, pero que, como sucede otras veces en el compositor, se convierten en algo diferente y autónomo.

Después del largo recorrido estético de Luis de Pablo, Sonido de la guerra viene a decirnos la lógica coherencia creadora del músico vasco, pues, si su última obra puede conectarse con otras inmediatamente anteriores, también parece evocar ciertas actitudes iniciales del De Pablo juvenil, como sus casi balbuceantes canciones sobre Machado o sus Villancicos sobre Alberti.