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El golpe militar en Polonia

EE UU sigue con interés y cautela los acontecimientos de Varsovia

Las reacciones estadounidenses a la situación creada en Polonia, tras la implantación de la ley marcial y la detención de los líderes sindicales, son muy cautas y discretas. El presidente Ronald Reagan comunicó a las autoridades polacas y soviéticas que EEUU está "seriamente interesado" por la situación en Polonia. Pero Washington no dio ninguna precisión de cuál sería la reacción norteamericana en caso de intervención militar directa de tropas soviéticas en Polonia.Sin embargo, un comité de crisis, formado bajo la dirección del vicepresidente George Bush e integrado por el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA); William Casey; el secretario de Defensa, Caspar Weinberger; la embajadora ante la ONU, Jeane Kirkpatrick, y el secretario del Tesoro, Donald Regan, además de los íntimos colaboradores del presidente Ronald Reagan.

El presidente es informado permarientemente de la situación y ayer mantuvo una conversación telefónica de siete minutos con el papa Juan Pablo II. "Expresó la inquietud norteamericana por la situación en Polonia", dijo Larry Speakes, portavoz de la Casa Blanca.

Fuentes del Departamento de Estado y del Pentágono afirmaron que "no hay indicios de movimientos de tropas anormales" en las fronteras polacas. Tampoco hay orden de alerta en las unidades europeas de EE UU.

Durante la jornada del domingo, varias manifestaciones de solidaridad con el pueblo polaco fueron organizadas ante los consulados de Polonia en Nueva York y Chicago, ciudades donde residen la mayoría de norteamericanos de origen polaco.

El secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, regresó precipitadamente el lunes a Washington, procedente de Bruselas, interrumpiendo su gira a seis países de Oriente Próximo y Asia, debido a la tensión internacional originada por los sucesos en Polonia.

Para los analistas norteamericanos, la acción decidida en la noche del pasado sábado por parte del Gobierno polaco, dirigido por el general Wojciech Jaruzelski, podría ser el preludio para una intervención posterior soviética. "Los soviéticos intervendrán si el Gobierno polaco no logra romper al sindicato independiente", afirmó el ex secretario de Estado Henry Kissinger en declaraciones a la televisión.

Si los soviéticos entran militarmente en Polonia, se da por seguro en Washington una ruptura de relaciones con Moscú, que frenaría las recién inauguradas negociaciones de Ginebra para una reducción de armas nucleares en Europa.

Washington solicitaría también "un acto de solidaridad" occidental, que culminaría con un embargo comercial contra la URSS, en un momento de buenas perspectivas de intercambios, tras la firma de los contratos para el gasoducto transiberiano hacia Europa occidental y la firma de nuevos contratos a largo plazo para la venta de cereales americanos a la Unión Soviética.

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