"El galardón me llega un poco tarde, como todas las cosas mías", dice el escritor
«A mí me sirve el premio, en primer lugar, porque tiene una dotación en metálico importante y esto no sobra nunca y también, en primer lugar, porque es un reconocimiento público que asimismo me interesa. Llega un poco tarde, como todas las cosas mías, pero es mejor que llegue». Así se expresaba en la tarde de ayer Gonzalo Torrente Ballester, cuando EL PAÍS le anunciaba la concesión del Premio Nacional de Novela. «Yo sólo sabía que se fallaba hoy, pero no tenía grandes esperanzas».El escritor gallego afirma que él tiene una actitud positiva ante los premios y que por su experiencia como jurado piensa que se conceden con más justicia de lo que la gente cree. Torrente Ballester califica su última novela, La isla de los jacintos cortados, la que le ha hecho acreedor del premio, como «una novela imaginativa, lírica, melancólica, con dos acciones, una remota y otra próxima, mezcladas; escrita en primera persona con mucha fantasía. Creo que está bien escrita» y supone una continuidad, porque «está dentro de la línea de las novelas que tienen muchos ingredientes fantásticos. Es una novela de humor, pero yo creo que aquí hay ciertas preocupaciones históricas, ciertas realidades históricas que se critican a través de una fantasía humorística».
Gonzalo Torrente Ballester piensa que «la situación de la novela española en su conjunto es estimable. Del pasado», dice, «han sobrevivido unos cuantos escritores que siguen trabajando y luego hay otros que tienen otra formación cultural y otra orientación. Pero no hay que menospreciar lo que se hizo a partir de los años cuarenta». Torrente Ballester abunda en la creciente importancia de la novela: «Antes de la guerra había buenos poetas, pero nunca ha habido tantos novelistas un conjunto tan satisfactorio. Había Baroja, había Valle-Inclán, pero eran figuras aisladas».
Gonzalo Torrente se encuentra bien en Salamanca, un año después de su jubilación como catedrático de instituto y seis desde su llegada a la ciudad de la Torre del Aire. Durante el último curso -el profesor continúa midiendo el tiempo en períodos lectivos, «porque son una medida natural»- sólo ha pasado en casa seis días seguidos en Navidad. «He podido viajar, pero no he hecho otra cosa». Hace apenas un mes ha comenzado su próxima novela, El castillo de las torres mochas. Fantasías y recuerdos, «en la que intento reconstruir el mundo de mi infancia».
«Entre mis novelas», explica Torrente Ballester, «hay algunos libros difíciles, como La saga fuga de J. B., e incluso el último, La isla de los jacintos cortados, porque todo libro que no sea realista, que no sea lineal, tiene dificultades, y al lector le cuesta un esfuerzo entrar en él». Sobre este tema, Torrente explica que «yo intento llevar al lector a mundos no siempre irreales, pero sí distintos».
Gonzalo Torrente piensa que sus novelas «están hechas para el lector medio europeo, que coincide con el aficionado español» y que cada vez existe mayor incremento de estos lectores. Mis lectores han aumentado desde hace diez años y, aunque no todos mis alumnos han entendido mis libros, estoy satisfecho de la reacción del público, sobre todo de la gente joven».
El escritor ferrolano opina, no obstante, que entre los lectores influye, a la hora de recibir una obra, la información que reciban sobre ella. «Mis obras se acogen ahora mejor que hace unos años, pero no de igual manera. Existen grandes lectores que tienen un criterio independiente, pero hay otro tipo que por sí solo no descubre los valores y defectos de un texto y necesita ser orientado».
«La crítica algunas veces no ha orientado bien a los lectores. Mi anteúltima obra, Las sombras recobradas, tuvo buenas críticas, pero se pararon en cuestiones superficiales y no comunicaron ciertos valores que me consta que existen y que son reales, no imaginados por mí, puesto que los han recogido y comprendido otros lectores».
Otras épocas
Otras veces, la falta de éxito de las obras de Torrente Ballester no ha sido la crítica ni la falta de información. Eran otras épocas. Sus obras de entonces vuelven a leerse ahora. «Entre las circunstancias que influyeron no es la menos importante el hecho de que yo fuera crítico. Parecía provocar un veto a mi obra no crítica, a mi obra de creación Por otra parte, la literatura que yo escribía no era la que se llevaba entonces, no era la de moda. Yo siempre he escrito lo mismo y ahora sí se le concede un valor a la imaginación. Su Don Juan, publicado en 1963, que cayó «en el más absoluto silencio» es, a juicio del propio Torrente Ballester, «mi mejor obra y éste ha sido el menosprecio que más me ha dolido».En este sentido, la influencia de los escritores suramericanos ha resultado decisiva entre el público español, «porque ha mostrado la posibilidad de la imaginación. En España se creía que no había más novela que la realista y justamente ellos fueron los que hicieron ver a los lectores que había dos cosas importantes, escribir bien y tener imaginación.
En la actualidad, Televisión Española da los últimos toques a la serie basada en la trilogía de Gonzalo Torrente: Los gozos y las sombras, El señor llega (1957); Donde da la vuelta el aire (1960), y La pascua triste (1962). «Conozco dos adaptaciones de novela a cine que son excelentes: las primeras versiones de La isla del tesoro y de Pimpinela escarlata, pero de lo que hay, que convencerse es de que el cine y la novela son obras de arte distintas».
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