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Estados Unidos y la política de derechos humanos

Finalmente, la Administración Reagan está hablando con sentido común sobre los derechos humanos. Un memorándum del Departamento de Estado afirma -lo que debía haberse dicho hace meses- que los derechos humanos son el corazón de la política exterior americália, que Washington debía condenar las violaciones aun cuando el país infractor sea un aliado. ( ... )Bien venidas sean estas palabras. Pero la prueba Ilegari cuando sean puestas en práctica esas afirmaciones por Elliot Abrams, el perturbador en el Departamento de Estado de la política de los derechos humanos. Si la cosa va en serio y si la Administración quiere dar pruebas de su buena voluntad, tiene dos países: Brasil y Turquía.

En Brasil, un tribunal militar en Sáo Paulo ha condenado de nuevo a Lula, el líder sindical más popular. Luis Ignacio da Silva es para Brasil lo que Lech Walesa para Polonia: el campeón de un sindicalismo independiente y del derecho de huelga. Bajo las leyes represivas de Brasil, inspiradas en el Código del Trabajo de Mussolini, esos objetivos son criminales. Si sus apelaciones fracasan, Lula y doce acusados más tendrán que cumplir tres años y medio de prisión por organizar una huelga de obreros metalúrgicos. ( ... )

En Turquía, el régimen militar continúa prometiendo la vuelta a la democracia, pero no se sabe cuándo. Una Prensa controlada no puede informar sobre la disidencia política, una prohibición que no acató el ex primer ministro Bulent Ecevit. Hizo circular entre los periodistas extranjeros una declaración que empezaba así: "La democracia no puede realizarse disolviendo a los partidos políticos".

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Ecevit dirige el Partido Republicano del Pueblo, de centro izquierda, el más antiguo e importante de Turquía. Por declarar esas evidencias ha sido condenado a cuatro meses de cárcel. ( ... )

Los americanos pueden aceptar que Turquía tiene serios problemas de seguridad y que Brasil está aprisionado por las contradicciones de un rápido, pero desigual, desarrollo. Pero la democracia no puede enraizarse si sus representantes son llevados a las cárceles, y Estados Unidos debe infatigablemente reiterarlo. ( ... )

2 de diciembre

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