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Alegato de Helmut Schmidt para superar el miedo a una confrontación nuclear

Helmut Schmidt hizo ayer un llamamiento para vencer el miedo. El miedo existe, pero hay que vencerlo, fue la idea central desarrollada ayer ante el Parlamento federal alemán (Bundestag) por el canciller Helmut Schmidt en su declaración de gobierno sobre la visita de Breznev a Bonn, la cumbre europea y su próximo viaje a la República Democrática Alemana (RDA). Casi cincuenta veces repitió Schmidt la palabra miedo en su discurso de una hora ante el Bundestag, ayer en Bonn.

Desde hace algún tiempo, al comenzar el auge del movimiento pacifista, Schmidt repite hasta la obsesión que no es una prueba de valor reconocer que se tiene miedo ante la guerra atómica, como hacen los pacifistas, sino que hay que vencer al miedo, afrontarlo para realizar una política auténtica de paz.Con retórica brillante y sus conocidas cualidades de actor, Schmidt se presentó ayer en el Bundestag de nuevo en la actitud de estadista mundial, cómo el hombre capaz de ejecutar una política de paz, situado por encima de las querellas políticas cotidianas. El canciller necesita situarse en este campo, lejos de los problemas que agobian la vida de cada día de la República Federal de Alemania -el paro y la inflación sobre todo-, si quiere recuperar una parte de su popularidad perdida.

La visita de Breznev a Bonn y su próximo viaje a la RDA ofrecen a Schmidt una oportunidad única de recuperar su imagen. Ayer, en el Bundestag, aprovechó la ocasión para mostrarse como el estadista sensible al miedo, pero, al mismo tiempo, valeroso para vencerlo.

"En muchas ocasiones en mi vida he sentido temor, e incluso miedo. La última vez no hace mucho tiempo", y aquí Schmidt hizo una pausa, que permitió recordar su reciente operación para implantarle un marcapasos, después de haber sufrido paros cardíacos en varias ocasiones. El canciller no se refirió a su operación, sino que siguió con la gran política, y dijo que la última vez que había sentido miedo "fue no hace tanto tiempo, cuando las grandes potencias, después de la invasión de Afganistán, no dialogaban. Yo tuve miedo por las posibles consecuencias incalculables de esa falta de dialogo".

Schmidt añadió que "también Leónidas Breznev tuvo el mismo miedo. Cuando ahora nos esforzamos por estabilizar la paz en Europa, esto responde a la clara experiencia propia sobre los horrores de la guerra, que conocemos de verdad. La guerra es horrible".

Después, Schmidt pasó a la ofensiva, y dijo que "nosotros, en el Parlamento y en el Gobierno federal, no podemos dejarnos dominar por el temor. Nosotros somos responsables ante el pueblo de que también en las situaciones de temor actuamos razonablemente", y "si un Gobierno se dejase vencer por el temor, habría que temerle".

Con su agudo humor, el democristiano bávaro Franz Josef Strauss, atacó a Schrnidt, le llamó "Bismark en edición de bolsillo", y se burló de su papel de intérprete, "como un títán que por encima del Atlántico sujeta a Reagan y Breznev".

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