Nuevas revelaciones sobre la vida íntima de Sigmund Freud
El fundador del psicoanálisis mantuvo relaciones con su cuñada, según un investigador norteamericano
Sigmund Freud y la hermana de su mujer, Minna Bernays, fueron, probablemente, amantes, según las revelaciones de un investigador norteamericano, Peter J. Swales, dedicado en lo últimos años a estudiar los escritos de Freud y a reconstruir un viaje a Italia que la pareja realizó en 1900. El historiador ha reunido varios datos que confirman la posibilidad de que ella se quedara embarazada a consecuencia de esta relación, y que se sometiera a un aborto.
Peter J. Swales, profesor de Psicología y estudioso de la obra freudiana, hizo estas afirmaciones en un seminario del curso de Psicología Clínica de la Universidad de Nueva York, celebrado la semana pasada. Psiquiatras y psicoanalistas se han mostrado cautos a la hora de dar su opinión.La relación de Freud con su cuñada, que nunca se casó, y que vivió con Sigmund y Martha durante cincuenta años, ha sido y sigue siendo sujeto de especulación para los estudiosos. El biógrafo oficial de Freud, Ernest Jones, excluyó cualquier asunto amoroso, pero Carl Jung, su principal discípulo antes de la ruptura entre ambos, afirmó en una ocasión haber tenido una confidencia con Minna Bernays en la que ésta le relató su relación sexual con Freud.
El investigador Swales, que en la actualidad trabaja en un libro sobre los tempranos experimentos de Freud con la cocaína afirma que en el verano de 1900. Freud viajó con su mujer y su cuñada de Viena a Trafoi y Merano, en Italia. De acuerdo con la biografía de Jones, escrita en 1953, «Minna Bernays se quedó algún tiempo, con la esperanza de recuperarse de su tuberculosis».
«Curiosamente», dice Swales, «nunca se había referido con anterioridad a la existencia de una tuberculosis, y el balneario de Merano no parece el sitio más apropiado para restablecerse de una enfermedad así». El investigador norteamericano, que visitó en 1978 estos pueblos italianos siguiendo los pasos de la pareja afirma haber encontrado documentos que confirman la presencia de Minna Bernays, primero en un balneario de Merano, durante dos semanas, en septiembre de 1900, y posteriormente en un hotel cercano, durante cuatro meses. Sería en este tiempo según la teoría de Swales, cuando Minna pudo haberse sometido a un aborto.
Recordar "La Eneida"
Para sostener esta tesis, el investigador añade que Freud, en su libro Psicopatología de la vida cotidiana, relata un caso protagonizado por un compañero suyo que tenía una amante italiana, el cual no podía recordar cierto pasaje de La Eneida, de Virgilio. Freud observó que el bloqueo provenía de la palabra latina aliquis (alguien), y lo asoció al temor de su compañero de que no se licuara la sangre de su amante y que ésta hubiera quedado embarazada.El investigador aporta otro dato del mismo libro, en el que Freud escribe: «Tengo que sacar dinero del banco para enviárselo a una ausente muy querida para gastos de cura», sin mencionar el nombre de la persona.
Leo Goldberger, profesor de Psicología Clínica en la Universidad de Nueva York, director del Centro de Investigación para la Salud Mental, y editor de la publicación Psicoanálisis y Pensamiento Contemporáneo, declaró, tras la exposición de Swales, que estaba impresionado positivamente por las revelaciones de éste, y que sus conclusiones parecían serias y basadas en un trabajo de investigación exhaustivo, «aunque», dijo, «en estos temas hay que ser muy cuidadoso y no sacar nada fuera de contexto». Otros psicoanalistas, como Milton Klein, calificaron la exposición de original y «no exenta de brillantez», aunque «no es el Sigmund Freud que yo conozco».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.