El final de la gloria
«Nada puede ya devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores. Pero no vamos a apesadumbrarnos, sino a encontrar fuerza en lo que queda detrás», decía Natalie Wood en la última escena de una de sus mejores películas, Esplendor en la hierba, estrenada en 1961. Hablaba la actriz con una sonrisa amarga, mientras abandonaba el lugar donde vivía su amor.Natalie Wood había nacido en San Francisco (California), en 1938. A los cuatro años fue compañera de reparto de Orson Welles y Claudette Colbert, en la que sería la primera película de su carrera, que se tituló, quizá proféticamente, Tomorrow is forever (Mañana espara siempre).
Al poco tiempo, Natalie Wood triunfó en la pantalla con Milagro en la calle 34, el filme que la convirtió en niña prodigio de Hollywood y en un clásico del cine infantil que las grandes cadenas de televisión emiten todas las Navidades.
La última película de Natalie Wood se filmó hace un año, se tituló La última pareja, y en ella se cultivaba una vez más la imagen romántica que la actriz fallecida llevó al cine. Esa imagen no le impidió ser uno de los símbolos de la generación que comenzó a amar el rock, en los años sesenta, y que encontró en la mirada lánguida de la muchacha de West Side Story una comprensión que escaseaba en los otros rostros más duros de aquella época.
Con su aspecto de inquietante niña buena que podía dejar de serlo, Natalie Wood se casó dos veces con el mismo hombre, Robert Wagner, y fue también una de las actrices preferidas por el célebre dramaturgo Tennessee Williams, varias de cuyas obras interpretó, tanto en la escena como en la pantalla.
Natalie Wood y Robert Wagner vivían en el esplendor de Beverly Hills con sus dos hijas. En una reciente entrevista, Wagner había declarado que su adicción a la droga que él padeció había sido superada satisfactoriamente y la pareja vivía ahora una época muy feliz.
Babelia
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