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Propuesta de conciliación entre los dos sectores de la patronal vasca

La falta de hábitos democráticos de funcionamiento está probablemente en la base de la confusa situación creada en el seno de la patronal vizcaína, tras la ruptura entre la Confederación General, que preside Luis Olarra, y la Federación del Metal, que acordó el pasado martes integrarse al Centro Empresarial de Vizcaya. Esa es, al menos, la impresión que produjeron las explicaciones proporcionadas ayer por unos y otros para tratar de aclarar sus posturas respectivas.

Angel Umaran, elegido el pasado 23 de septiembre, presidente de la Federación Vizcaína del Metal, expresó ayer, 48 horas después de la ruptura, su voluntad, pese a todo, de llegar a un acuerdo con Olarra -"hombre muy válido, que merece todos nuestros respetos y hasta nuestro agradecimiento"-. Sin embargo, a la hora de explicar las razones de la ruptura, el propio Umaran aseguró que "de ninguna manera se trata de una guerra por el poder, sino de una batalla por la limpieza y por hacer las cosas con honestidad". Aunque no precisó quiénes se negaban a hacer las cosas limpia y honestamente, acusó indirectamente a Olarra de personalismo y de "moverse por criterios extraparlamentarios", y recordó que fue el ex senador real quien, en mayo pasado y con el objeto de minimizar el peso del metal en los órganos decisorios de la patronal, modificó los criterios de representatividad recogidos en los estatutos anteriormente vigentes.Tal modificación implicaba concretamente que el metal, pese a reconocérsele un peso del 60,4% en el conjunto industrial de la provincia, veía rebajada su participación en los órganos a un 12,5%. Umaran aseguró que, como resultado, de las negociaciones mantenidas en las últimas semanas en el seno de la comisión paritaria constituida el pasado 9 de octubre, existía un acuerdo, pendiente sólo de la ratificación personal de Olarra, por el que se reconocería al metal una representación del 33% en los órganos de la Confederación. La no ratificación de ese acuerdo de principio habría sido la causa por la que el comité ejecutivo del metal decidió romper las negociaciones con Olarra para integrarse en el Centro Empresarial de Vizcaya.

Este último, que pretende recoger la tradición del Centro Industrial Vizcaíno, primera patronal vasca -fue fundado en 1898-, no era hasta el martes sino unas siglas con una oficina y un presidente, Gonzalo Artiach. La sorpresa de la conferencia de Prensa ofrecida ayer por la Federación del Metal corría a cargo, precisamente, de este empresario galletero.

Presente en la reunión como mero invitado, aprovechó la oportunidad para hacer una propuesta que él mismo consideró conciliadora y que planteó en los siguientes términos: creación de una junta de transición en la que cada sector estaría representado de manera estrictamente proporcional a su peso industrial; esta junta provisional, que el propio Artiach se ofrecía a presidir, tendría vigencia por un plazo máximo de seis meses. Transcurrido dicho plazo, durante el que se negociarían los criterios definitivos de representatividad, se celebrarían nuevas elecciones, renunciando a priori Artiach a la reelección. El proceso implicaría la dimisión voluntaria inmediata tanto de Olarra como de Umaran.

En principio, la viabilidad de la oferta de Artiach parece más bien escasa. En primer lugar, porque difícilmente puede considerarse neutral a su Centro Industrial, una vez que una de las partes en litigio, la representada por Umaran, ha decidido integrarse en dicho organismo. En segundo lugar, porque no parece probable que los pesos pesados que protagonizan el conflicto estén dispuestos a admitir en la presidencia, aunque sea a título provisional, a un empresario que no cuenta con otra base que su propia industria, y, en tercer lugar, porque, dadas las implicaciones políticas evidentes del pleito, parece dudoso que alguien como Olarra acepte renunciar a la presidencia que de todas formas ostenta si no tiene garantías de continuidad tras el período transitorio.

Esta impresión se vería confirmada a última hora de la noche por el propio Olarra, quien, en declaraciones a EL PAIS, calificaba de "estupidez" la propuesta de Artiach y se preguntaba "quién es ese señor y a santo de qué viene ahora con semejante embajada". Olarra adelantó, por otra parte, la intención de su grupo de "crear nuestra propia federación del metal" si se prolongase la situación actual.

Con ello, lo que se pone en cuestión es la viabilidad de la efectiva creación de una gran patronal vasca unificada.

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