Solidez

El precio es una obra de Arthur Miller fechada en 1968, pero incluida en el ciclo de teatro que su autor comenzó muchos años antes con Todos eran mis hijos o La muerte de un viajante: la introducción del drama, incluso de la tragedia, en el núcleo de la vida cotidiana, la angustia por el éxito o el fracaso en la vida, las relaciones dentro de la familia, las raíces profundas de cada uno; el sacrificio, sus recompensas, sus desencantos...Un retrato del hombre de mediados de siglo, circunscrito, aparentemente, dentro de una anécdota: la famosa lucha por la vida en la sociedad concurrente de Estados Unidos; la carga afectiva, histórica, de las familias judías... Va más allá de esas líneas trazadas. Llega hasta hoy y viene -como la tragedia- de antes. En El precio, el problema surge entre dos hermanos ante los restos de lo que fue el hogar de su infancia, y participa en el trío la mujer de uno de ellos. El contrapunto lo da un tasador que llega a comprar los restos de ese naufragio de una familia: un tasador repleto de humor judío, es decir, de observaciones cáusticas, del sentido del dinero, del riesgo de introducir ese factor material -dinero, éxito- en el fondo sentimental y afectivo.

Era una época de teatro de autor -Miller es aún uno de los últimos grandes monstruos sagrados-, y la obra está construida con solidez y teatralidad: escenas bien preparadas, situaciones de estallido, contrapuntos... Un diálogo económico, donde cada palabra está por algo y para algo... La acción se dispara, como una flecha, desde el principio al final.

La obra fue estrenada hace años en España. La trae ahora otra vez la compañía del Teatro de los Buenos Ayres, dirigida por Oscar Ferrigno -también primer actor-, y de la representación podría decirse lo mismo que de la obra: es sólida, estudiada, bien ensayada; de la época del teatro de artesanía. La compañía y el texto se inclinan al melodrama: lo plantean con todo su vigor, y no ahorran nada para transmitir ese esfuerzo al espectador. Llevan años representándola y la conducen como un mecanismo de relojería: con fuerza y precisión. Se ve ahora en pocas ocasiones este tipo de teatro a la manera antigua: nuestros visitantes argentinos dan una excelente ocasión para conocerlo, la cual permite ver dónde están las raíces del teatro actual y tratar de investigar dónde se halla el eslabón perdido del teatro en su evolución.

El público se conmovió con la representación y ovacionó a los cuatro actores. Es innecesario resaltar uno sobre otro: es una misma escuela, una misma manera de hacer.