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El viaje de Breznev a la República Federal de Alemania

Schmidt interpretará las posiciones occidentales ante el secretario general del PCUS en su visita a Bonn

Por primera vez después de la invasión soviética en Afganistán, el secretario general del Partido Comunista y jefe del Estado de la URSS, Leónidas Breznev, visita un país occidental, la República Federal de Alemania, adonde llega hoy a las siete de la tarde en un viaje de cuatro días. En vísperas del viaje, la policía alemana ha tomado medidas restrictivas contra afganos residentes en el país, y están anunciadas once manifestaciones por la paz y contra el líder soviético.

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El Gobierno federal alemán está interesado en evitar suspicacias de sus aliados occidentales, y el canciller federal, el socialdemócrata Helmut Schmidt, ha declarado que no se considera mediador entre las dos grandes potencias, la Unión Soviética y Estados Unidos, sino intérprete, con la función de fomentar el diálogo entre Reagan y Breznev.Unos 1.300 periodistas, 2.000 policías y once manifestaciones esperan a Breznev en su tercera visita a Bonn, que se presenta bajo un signo distinto de las anteriores: en 1973, cuando la euforia de la ostpolitik, y en 1978, cuando el comunicado llevaba la frase "equilibrio militar aproximado".

La visita de trabajo, como ha sido definida por el protocolo, consigue al mismo tiempo evitar irritaciones de EE UU por una excesiva demostración de respeto al líder soviético y suprime un pesado ceremonial difícilmente soportable por Breznev.

El Gobierno de Bonn quiere dejar claro que la RFA pertenece al campo occidental, y por eso Schmidt rechazó categóricamente el papel de mediador entre el Este y el Oeste.

Reagan y Breznev quieren la paz

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El canciller alemán declaró que piensa intervenir ante Reagan y Breznev para que se encuentren personalmente una vez el próximo año, "para que se den cuenta los dos de que el otro no es un belicista". Schmidt ha asumido el papel de transmitir al dirigente soviético las posiciones norte americanas y está dispuesto a responder a las preguntas de Breznev, "con quien me entrevisté ya seis veces y le conozco bien".

Schmidt está convencido de que los dos líderes mundiales, Reagan y, Breznev, quieren la paz, "pero desconfían el uno del otro. Los dos están sometidos a toda clase de imposiciones y limitaciones políticas, pero me interesa que los dos se comprendan, y nosotros contribuimos a ello".

Mucho tiempo no les quedará a Schmidt y Breznev para discutir ampliamente los tenias, porque sólo están previstas dos horas para una entrevista cara a cara entre los dos. Si se le quita la mitad del tiempo necesario para la traducción, el tiempo quedará reducida a sólo seserita minutos.

El programa cle viaje está elaborado de tal forma que es posible encontrar huecos para nuevos encuentros. El motivo de las pausas se atribuye a la quebrantada salud del dirlizente soviético. En los cuatro días de la visita de trabajo, Breznev se entrevistará a solas con el canciller una v , ez, y otra, con el resto de las delegaciones presentes. Breznev recibirá también a los presidentes de los cuatro partidos representados en el Parlamento federal (Bundestag) y se desplazará hasta el palacio presidencial para una visita protocolaria al presídente federal, Karl Carstens.

Los soviéticos habían deseado instalarse en un palacio próximo a la Cancillería federal, pero los expertos en seguridad alemanes aconsejaron que no se aceptase, por temor a que técnicos soviéticos dejasen instalados aparatos de escucha de difícil localización.

En Bonn están anunciadas once manifestaciones, que llevan casi todas como lema el tema de la paz. La propuesta de Reagan, de momento, ha conseguido un primer efecto de evitar que Breznev se presente ante Occidente corno el autor de continuas ofertas de paz y desarme no escuchadas por Estados Unidos.

La policía alemana ha impuesto restricciones a residentes afganos, a los que se obligará a permanecer en la ciudad de residencia y a presentarse dos veces al día en la comisaría mientras dure la visita de Breznev. La policía fundamenta sus medidas por los indicios de posibles acciones contra la seguridad de Breznev.

Bonn quiere evitar provocaciones innecesarias que perjudiquen el clima de la vi sita, pero no ha podido impedir, ni lo ha pretendido tampoco, que la segunda cadena de la televisión proyecte, la víspera de la llegada de Breznev, la película Anastasia, la última híja del zar, lo que no debe hacer mucha gracia a los puntillosos soviéticos.

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