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El conflicto del Sahara se configura como una pugna entre las grandes potencias

Las crecientes intervenciones de Estados Unidos, por un lado, y la URSS, por otro, hacen del conflicto del Sahara, que enfrentó primero a los países de la región y después a los africanos, que se convierta paso a paso en un tema más de la confrontación global de esas dos grandes potencias.

En el espacio de pocos días, desde el ataque polisario contra Guelta Zenimur, a mediados de octubre, se han deteriorado considerablemente las relaciones de Marruecos con la URSS. Paralelamente es más patente el respaldo de Estados Unidos, como confirma el reciente viaje a Fez del general Vernon Walters, enviado especial de Ronald Reagan.Antes de la llegada a la CasBlanca de Reagan, las afinidades políticas de Washington y Moscú con los países de la región parecían en paradójica confrontación con los intereses económicos respectivos. La URSS había firmado su contrato del siglo con Marruecos para la explotación de los fosfatos de Meskala, y Estados Unidos logró el suyo con Argelia para suministro de gas natural a Norteamérica.

Después de esos contratos billonarios en dólares, el acuerdo de cooperación de Meskala languidece, falto de ambiente político propicio, y los acuerdos El Paso-Sonatrach conocen serias dificulta des, debido a las revisiones de precios impuestas por los argelinos.

Estados Unidos se ha introducido de tal manera en Marruecos en los últimos tiempos que incluso los marroquíes no pueden precisar la extensión real de esa presencia económica norteamericana. Esto se explica por la particularidad de las relaciones económicas e industriales de Estados Unidos, en las cuales la actuación pública es prácticamente inexistente, en beneficio total de la privada.

Engorrosos mecanismos

Para los norteamericanos esto presenta la considerable ventaja de no tener que pasar por los engorrosos mecanismos estatales locales, como la cooperación francesa, por ejemplo, y les permite diseminarse por todo el país, mientras que los otros países occidentales se pierden en el laberinto de la Administración capitalina.La URSS, que en un principio y dadas sus perspectivas de cooperación económica con Marruecos pretendía mantener una cierta neutralidad en el conflicto, ha colocado ahora todo su peso, discretamente, en la balanza, como lo demuestra la aparición en manos del Polisario, por primera vez en estos cinco años de guerra, de los avanzados cohetes SAM-6 y los tanques pesados T-54 y T-55.

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Pero si la intervención de la URSS ha servido para reforzar a una de las partes militarmente y permitir la continuación de la guerra, la de Estados Unidos, convencido bajo Reagan al igual que bajo Carter de que esta batalla es imposible de ganar, había permitido que Marruecos se lanzase finalmente a la aceptación de un proceso de negociación, definido por las resoluciones de Nairobi I y II.

Aunque estas resoluciones no satisfacen ni a marroquíes ni a polisarios, tienen sin embargo el mérito de ser el resultado de un compromiso y tal vez la única salida al conflicto, aparte de una conflagración generalizada en el Magreb.

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