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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La guerra europea

LA FALLA esencial en el bloque atlántico, desde un punto de vista de política militar, consiste en la sospecha europea de que, en un caso de conflicto grave, Estados Unidos pudieran no comprometer su territorio y sus vidas civiles. En las dos guerras anteriores sucedió así. Las nuevas técnicas de armas convirtieron en vulnerable el territorio americano; las novísimas -la bomba de neutrones- permiten, por lo menos, el pacto para la limitación de los territorios que fueran teatros de operaciones. En la realidad viene sucediendo así desde la posguerra: las dos grandes potencias combaten entre sí por medio de países interpuestos, o por guerras civiles interpuestas, en numerosos y sucesivos lugares del mundo: sobre todo, del Tercer Mundo. Europa contemplaba -o colaboraba y colabora- con esos fragmentos minúsculos de guerra desde una cierta seguridad: poca a poco comenzaron a cundir las sospechas de que un día ella misma pudiera volver a ser, como antes, el escenario limitado. Fue esa inquietud la que provocó que el general De Gaulle sacase a Francia de la organización militar atlántica, una vez que tuvo su propia bomba atómica. Fue considerado en Estados Unidos como comunista (una famosa novela de León Uris, Topacio, describió esa teoría y su ambiente, y hasta su verosimilitud).Es evidente que la URSS viene trabajando desde hace años sobre esa falla y tratando de aumentar la división occidental en beneficio suyo. Es su mejor baza, una de las últimas. Pero es evidente también que el riesgo existe y aumenta. Las palabras de Reagan ante los editores de periódicos de su país emitiendo la posibilidad de que la próxima guerra se limite al territorio europeo, mientras las dos grandes potencias nucleares ahorran el suyo, vienen a favorecer la campaña soviética y a agudizar las teorías del nuevo pacifismo. Europa cree que la posible impunidad de las dos naciones enemigas y un supuesto pacto mutuo puede acelerar la guerra, hacerla más fácil, y convertirla a ella en víctima.

No es fácil creer que Reagan haya pronunciado estas palabras por error, indiscreción o incontinencia verbal. Su dureza está siempre controlada; por él mismo y por los organismos que le rodean. El mentís posterior se aplica más a matices y a acusaciones de distorsión a la URSS que a las frases en sí mismas. Habría que pensar, por una parte, que van dirigidas a un consumo interior, a tranquilizar -en escasa medida- a los ciudadanos de Estados Unidos, que comienzan a ver como preocupante la aproximación a la guerra mundial; por otra, a la propia Unión Soviética, para que fuera considerando el tema del regreso al equilibrio del terror y el recurso a la escalada -pasos contados- y pensase que en esta falla del sistema político y militar atlántico le es más fácil y más conveniente pactar con Estados Unidos, que tienen el armamento decisivo, y no con los europeos.

El efecto, en Europa, puede estar calculado de antemano; y la Casa Blanca puede considerar que el factor de indignación de los pacifistas, de intranquilidad de los Gobiernos y de penetración de la propaganda soviética es menor, de poca consideración. Por otra parte, están en la tradición americana del speaking frankly: Reagan habla francamente, aun dentro de los temas más impopulares del mundo -como la cuestión de los derechos humanos-, cuando está seguro de que tiene la fuerza suficiente para ir adelante; y parece que prefiere que se alcen rápida y claramente todas las oposiciones y todos los obstáculos para proseguir de una manera inflexible su política. Puede calcular incluso -él, o quienes calculen por él- en la posibilidad de dejar que se le considere como inoportuno o como incontinente verbal. Durante toda su campaña electoral fue acusado de errores de este tipo, y ellos le llevaron a la victoria. Y, lo que es más importante, ese programa que parecía tan dificil lo está llevando a cabo incesantemente, a una velocidad de gran aceleración. La bomba de neutrones no es una cuestión verbal o un error de palabra: la bomba de neutrones sirve para territorios limitados, para escenarios previstos; si se va a cubrir con ella Europa es porque uno de esos escenarios puede ser Europa. Es, en cambio, inútil en una guerra de territorio entre Estados Unidos y la Unión Soviética, como sería inútil en el momento en que estallase una guerra nuclear de gran envergadura y sin limitación de armas o territorios. Las palabras de Reagan son simplemente una explicación breve y somera, un manual de uso, de para qué se quiere, por qué se fabrica y con qué intención se instalará la bomba de neutrones. Hay que agradecerle su franqueza; y procurar huir de ella.

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