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Reportaje:Los árabes en busca de una alternativa a Camp David / 1

El plan de paz saudí para Oriente Próximo enfrenta a países moderados y radicales y divide a los palestinos

Curiosamente, dado a conocer escasas semanas antes de la muerte del rais, el plan de paz del príncipe Fahd, producto de una estrecha colaboración palestino-saudí, prevé en siete puntos la retirada israelí de todos los territorios ocupados. en 1967, la creación de un Estado palestino cuya capital sería Jerusalén Este y el reconocimiento del derecho de todos los Estados de la región a vivir en paz.Aunque su publicación, en agosto, pasó casi inadvertida, la repentina desaparición de Sadat le colocó en primera fila de la actualidad. Además de la ya consabida adhesión de los países del golfo Pérsico Jordania e Irak, Japón, por un lado, y los diez países miembros de la Comunidad Económica Europea (CEE), por otro, dieron la semana pasada su aprobación matizada al plan saudí.

Israel, sin embargo, lo rechazó de antemano y la Administración Reagan, sin atreverse a darle un visto bueno global, empezó a considerarlo como una solución de recambio al estancado proceso de Camp David, que no irá más allá de la total evacuación israelí del Sinaí, prevista para el 25 de abril de 1982.

Pero la gran sorpresa vino de Yasir Arafat. El líder de la OLP declaró durante su reciente estancia en Tokio que el plan Falid constituía "una buena y apreciable plataforma para instaurar la paz en Oriente Próximo". Preguntado sobre si la aceptación del derecho de todos'los Estados de la región a' vivir en paz no implicaba un reconocimiento mutuo entre el futuro Estado palestino e Israel contestó: "Es Israel quien no nos reconoce; nosotros sí reconocernos la coexistencia" (con Israel).

En un gran alarde de independencia de cara a sus aliados radicales árabes, Arafat evocó por primera vez la posibilidad de convivir pacíficamente con el Estado hebreo, pero las presiones del Frente de la Firmeza y de sus organizaciones adictas en el seno de la OLP le obligaron, después, a autodesmentirse.

Doble mentís

Primero, aún en Tokio, varios responsables palestinos teleforiearon a algunos diarios de Beirut para rectificar la "supuesta declaración de Arafat favorable a la coexistencia" imputable, según ellos, a "un error de traducción".

Más tarde, Arafat tuvo que negar en Abu Dhabi haber aceptado "la coexistencia con el enemigo israelí" y recordó que el programa del Consejo Nacional palestino (Parlamento en el exilio) preconiza la creación de un Estado palestino democrático en toda Palestina -Israel y los territorios ocupados-, que incluiría a musulmanes, cristianos y judíos.

Entre la declaración de Tokio y el mentís de Abu Dhabi se produjo, en efecto, el rechazo siria del plan Fahd coordinado con el de tres pequeños grupos palestinos integrados en la OLP, la Saika (prosiria), el Frente Popular de Liberación de Pálestina-Mando General (prolibio) y el Frente Popular de Liberación de Palestina (marxista prosoviético). Posteriormente, los otros tres países miembros del Frente de la Firmeza, Libia, Argelia y Yemen del Sur, críticaron también con dureza la propuesta saudí.

Pero si el rechazo argelino o libio se entiende por las posturas maximalistas que pueden permitirse el lujo de mantener dos países relativamente alejados del escenario del conflicto, la actitud siria sólo se explica en el marco de la lucha sin cuartel que libran Damasco y Al Fatah, principal grupo integrante de la OLP, por el control de la Central palestina.

El rápido rechazo por Damasco del plan Fahd constituye un claro intento de presionar a la OLP para que siga sus pasos y evite entrar en una dinámica de negociación que la alejaría de los Estados árabes radicales. "Siria no parecé dispuesta a tolerar una OLP independiente, privándose así de poder contar con la baza palestina para ejercer una mayor influencia y protagonismo en Oriente Próximo", opina un diplomático europeo acreditado en Beirut.

El régimen baasista sirio tampoco acepta que la corona wahabita afirme mediante el plan su liderazgo político sobre el mundo árabe, tras haber impuesto en los últimos años su liderazgo económico gracias a su riqueza petrolera.

El príncipe saudí Abdullah ha viajado frecuentemente entre Damasco y Riad esforzándose, aparentemente sin éxito, por conse.guir de los sirios que flexibilicen su postura, a pesar de que Arabia Saudí otorga anualmeiite 95.000 millones de pesetas de ayuda a Siria.

Rivalidad paleitino-siria

La rivalidad entre Damasco y Al Fatah se ha materizalido en algún episodio trágico como el asesinato, en agosto, del embajador de Francia en Beirut Louis Delamare, perpetrado, casi con certeza, por hombres vinculados al terrorista palestino Abi Nidal, condenado a muerte en rebeldía por Al Fatah en 1974 y actualmente refugiado en Damasco por haber suministrado a las autoridades, sirias información sobre las actividades en su país de los Hermanos Musulmanes, según reveló el Middle East Reporter. Se pretendía que la Sesponsabilidad del crimen recayera sobre la dirección de la OLP, con el consiguiente desprestigio.

Los servicios de seguridad de grupos tan enfrentados como los falangistas libaneses y Al Fatah enviaron a París sendos informes en los que achacan a Damasco la autoría del crimen, y el Gobierno de Líbano posee un informe en el mismo sentido que no se atreve a entregar a las autoridades galas, aseguraron fuentes de absoluta solvencia.

Abu Nidal organizó incluso, durante el verano, un atentado contra Arafat en Viena, ciudad a la que el líder palestino tenía previsto desplazarse para asistir a un festival de la juventud, según reveló el diario norteamericano Christian Science Manitor en un detallado informe. La policía austriaca abortó el Compló, pero, a petición del canciller austriaco Bruno Kreisky, Arafat anuló el viaje por motivos de seguridad.

La hostilidad entre el régimen sirio y Al Fatah ha llegado a tales niveles que Mohamed Haidar, responsable de las relaciones exteriores del Partido Baus, en el poder, se creyó en la obligación de precisar,la semana pasada que "Siria no intentaba suplantar al principal movimiento palestino Al Fatah".

Si Damasco está intentado mermar la autoridad de Arafat suscitando tensiones en la OLP y hasta en el seno de Al Fatah -Abu Saleh, miembro del comité central de Al Fatah, acaba de criticar abiertamente al líder-, esta organización adiestra en sus campamentos a militantes de los Hermanos Musulmanes, principal movimiento de oposición al régimen del presidente Hafez el Assad. Al Fatah tampoco perdona a la Fuerza Arabe de Disuasión, integrada mayoriatariamente por soldados sirlos instalados en Líbano, su pasividad durante los ataques israelies contra los palestinos el pasado mes de julio.

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