La toma de postura del presidente norteamericano reduce las expectativas de éxito de la "cumbre" de Cancún
Las últimas declaraciones del presidente norteamericano, Ronald Reagan, han reducido al mínimo las expectativas despertadas por la cumbre de Cancún, que por primera vez en la historia reunirá, los días 22 y 23 de octubre, a veintidós jefes de Estado y al secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, para dialogar sobre la cooperación económica internacional. Los representantes más cualificados del Sur mantienen, pese a todo, la esperanza de que pueda haber consenso en torno a un punto: la iniciación, en el seno de la ONU, de las negociaciones globales acordadas por la Asamblea General hace dos años. Sobre este tema Reagan no se ha pronunciado explícitamente, aunque ya ha dicho que está dispuesto a negociar cuestiones de cooperación en el seno del GATT y en los foros financieros internacionales (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional), lo que invita a creer que el presidente norteamericano prefiere no llevar esta cuestión a las Naciones Unidas, donde con frecuencia se encuentra en minoría.
Un político tan poco pronorteamericano como el canciller de México, Jorge Castañeda, ha puesto énfasis sobre la necesidad de evitar en Cancún un clima de confrontación. "Sólo pueden servirnos", ha dicho, "los acuerdos que se logren entre todos los participantes. Hay que evitar, por tanto, las recriminaciones. No se trata de sentar en el banquillo a un grupo de países, y menos a uno solo".Castañeda opina que, siempre que se evite convertir la reunión en un juego de vencedores y vencidos, del diálogo entre los jefes de Estado puede surgir un entendimiento en torno a las negociaciones globales.
Al margen de este punto, que se presenta como prioritario, los veintidós jefes de Estado abordarán cinco grandes campos de cooperación: alimentos y agricultura materias primas, comercio e industria, energéticos y cuestiones financieras.
Reagan ha expuesto con claridad su posición: nada de transferencias masivas de recursos de los países ricos a los pobres; el desarrollo de éstos debe basarse en mayores oportunidades a la iniciativa privada.
Los jefes de Estado que representan a los países del hambre es difícil que puedan aceptar este planteamiento, al que se oponen igualmente algunas naciones del Norte, como Francia, Canadá y Suecia, que se presentan a priori como las naciones desarrolladas más favorables a un entendimiento global con el Sur. En este paquete pueden estar igualmente Austria, coorganizadora de la reunión junto con México, y Japón, que cada día se ve forzado a cooperar más estrechamente con las naciones en vías de desarrollo para poder colocar su producción industrial.
Mitterrand llegará a Cancún con un documento básico en el que se contempla expresamente la creación de un órgano financiero afiliado al Banco Mundial, para financiar la exploración petrolera y la búsqueda de otros combustibles en los países más pobres. Francia ha hecho del diálogo Norte-Sur una cuestión prioritaria de su política exterior, en tanto que Estados Unidos considera primordial el reordenamiento de su economía interna.
Los veintidós jefes de Estado y de Gobierno propondrán en la primera sesión (el jueves por la mañana) sus puntos de vista generales, para pasar luego al temario concreto. Se prevén en total cuatro reuniones de unas tres horas, aunque podría irse a una quinta, el viernes por la noche.
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