La Seguridad Social financia la fabricación de medicamentos inútiles, pese a las denuncias de los expertos
Alrededor de 1.300 millones de pesetas ingresarán este año dos laboratorios farmacéuticos por venta de dos productos preferentemente geriátricos, considerados por expertos como absolutamente inútiles para los pacientes que los toman. En su mayor parte, este dinero procede de la Seguridad Social, que satisface el importe de las recetas. Estos laboratorios son Abelló y Ferrer Internacional, propiedad este último, en un 75%, del presidente de la CEOE, Carlos Ferrer Salat, y primer laboratorio español en cuanto a exportación.
Según datos facilitados a EL PAÍS, Saurán y Somazina, conocidos bajo el nombre genérico de citicolina, son absolutamente ineficaces en su versión oral, tanto en comprimidos, el primero, como en gotas, el segundo. El único país en que se venden bajo estas formas para tomar es España. Según medios consultados por este diario, esta inoperancia de ambos productos es conocida perfectamente por los empresarios fabricantes, pero éstos no renuncian a su venta debido a que, antes de decidirse su producción, muchos médicos informaron favorablemente sobre la comercialización de coenzimas por vía oral. La Somazina oral de Ferrer se encuentra en el mercado desde julio de 1978, y el Saurán, desde febrero de 1981.
Según cifras oficiales, publicadas por el Instituto de Análisis del Mercado Farmacológico (Ims) y facilitados a EL PAÍS, durante los últimos doce meses, hasta julio de este año, los laboratorios Ferrer Internacional, SL, vendieron 78.590 envases de Somazina en gotas por valor de 1.020.590 millones de pesetas. Abelló, SA, colocó en el mercado, desde febrero pasado, un total de 13.900 envases de tabletas Saurán, por un total de 18.500.000 pesetas. Debe tenerse en cuenta que en el caso del segundo preparado se trata aún de un producto en período de lanzamiento, y que el precio de la Somazina oral es de 1.958 pesetas, y el del Saurán, de 2.016 pesetas. A raíz de la nueva alza en los precios de los medicamentos en un 9%, la rentabilidad de estos fármacos destinados a la tercera edad promete un importante incremento en los beneficios empresariales previstos para 1981.
El proceso de fabricación de estas coenzimas se desarrolla entre la picaresca y el espionaje industrial. Está demostrado desde hace tiempo que estos compuestos orgánicos, neurotónicos, de origen japonés, no son activos por, vía oral. El profesor Alberto Sols catedrático de Bioquímica de la Universidad de Madrid, ha manifestado a EL PAÍS a este respecto: «No se sabe de bases para hacer efectivas a las coenzimas y, en cambio, si que hay bases para dudar de que tengan posibilidades de acción. Estos compuestos son válidos para el organismo, pero no hay manera humana de introducirlos en las células».
Estos productos entraron en España en versión inyectable, a través de los laboratorios Abelló, que compró la licencia a Takeda, de Osaka (Japón), hace unos diez años. Su competidor, Ferrer, SL, lanzaría al mercado su Somazina prácticamente a mitad de precio. A la vista del éxito de ambos fármacos en ampollas inyectables, los dos laboratorios citados llegaron a un pacto de caballeros para producir las respectivas versiones orales, aunque el presidente de los laboratorios Abelló llegó a la conclusión, tras un viaje a Japón en 1978, de que «con las notas que nos han entregado sobre las experiencias realizadas creemos que podremos parar, de momento, un lanzamiento de Somazina oral», es decir, el producto de la competencia. En esta fase, los visitadores médicos de Abelló todavía disuadían a los médicos de la efectividad del preparado en su versión oral. La advertencia de Abelló se basaba en que los japoneses se negaron a cooperar con la producción de coenzimas orales, por muy buen negocio que éste fuese. Téngase en cuenta que el precio de CDP-colina, nombre técnico de la base de la citicolina, de su molécula original, era hace dos años de unas 145 pesetas el gramo, más un 10% de materia prima gratis, con lo que la importación no resulta antieconómica a estos laboratorios. Por lo demás, Ferrer produce esta materia prima lo que todavía abarata más el proceso. Abelló podría haber advertido a la competencia detentada por Ferrer que, en el caso de lanzar al mercado su nuevo producto por vía oral sin llegar a un acuerdo, la opinión pública podría enterarse de su inutilidad.
El manual Clínica rural dice «Toda coenzima debe administrarse por vía parenteral (inyección) para llegar al lugar de acción, pues, a través de la vía oral, no podría atravesar la barrera que le presenta la mucosa digestiva».
Mientras el FDA norteamericano, la asociación mundial de más peso a la hora de dar luz verde a un medicamento, ha rechazado expresamente este tipo de productos, las autoridades sanitarias españolas incluso aceleraron el período previo al registro para estos fármacos.
Puestos al habla con los laboratorios Ferrer en Barcelona, un experto del departamento científico nos ha manifestado que, ciertamente, el producto como tal, en versión para tomar, es ineficaz por sí mismo, aunque estadísticamente da buenos resultados. Unos buenos resultados que no llegó a concretar. El experto manifestó a quien le formuló sus reservas que «no es usted el único médico que duda de la eficacia de la Somazina en gotas». Posteriormente, el doctor Taxonera, director técnico de Ferrer Internacional, SL, a quien se nos remitió en dos ocasiones en que se solicitó hablar directamente con el señor Ferrer, manifestó a este diario que en la producción de coenzimas se aplica una «técnica correctísima» y que se han alcanzado «resultados rotundos» en el tratamiento de la arterioesclerosis, con «mejorías espectaculares ».
Según el doctor Taxonera, la Somazina oral se ha probado y se aplica con éxito, por ejemplo, entre los pacientes del doctor Luis Barraquer Bordás, neurólogo. Puesto al habla EL PAÍS con este eminente doctor barcelonés, ha comentado que el citado producto «no pasa de ser un placebo», un producto inocuo, «que no hace ningún daño», pero que tampoco tiene virtudes curativas. «Si el dinero que se gastan los españoles en estos medicamentos inútiles», ha comentado el doctor Barraquer, «se emplease en crear o mejorar universidades, otro gallo nos cantara ».
Al intentar recabar información en el Ministerio de Sanidad y Seguridad Social, organismo que imparte las licencias de producción de los medicamentos, un funcionario de Farmacología comunicó que los archivos se encuentran en obras. Que el Ministerio no puede alegar ignorancia de,la presunta inoperancia de estos productos es obvio. En el número 8 de Información Terapéutica de la Seguridad Social, correspondiente a agosto de 1978, el profesor Alberto Sols decía en un artículo suyo, bajo el título Coenzimas en terapéutica: mitos, fraudes y realidades: «Al recomendar algunas coenzimas y metabolitos intermediarios por vía oral se ha pasado de lo absurdo a lo grotesco... Con experiencia personal directa puedo asegurar su radical inutilidad para el objetivo propuesto». La misma opinión es compartida por el instituto geriátrico más importante de Japón, el Tokyo Metropolitan Geriatric Hospital; el hospital Daiichi, de la misma ciudad, y la Niigata University School of Medicine, entre un total de más de veinte centros clínicos dedicados a tratamientos neurológicos en Japón y en los que se ha experimentado la citicolina inyectable y oral. Según un estudio publicado en Clinical Evaluación, volumen 2, correspondiente a 1974, publicación japonesa oficial en materia de calificación de productos farmacéuticos, incluso la citicolina inyectable tiene una dudosa eficacia terapéutica. Cincuenta pacientes fueron inyectados con 250 miligramos de citicolina, por vía intravenosa, y otros cincuenta recibieron por la misma vía una solución isotópica salina. El efecto fue el mismo en ambos grupos de enfermos. En el caso de la citicolina oral, sólo contados médicos e investigadores le atribuyen una biodisponibilidad (actuación eficaz) superior al 0%. La razón es que no sólo este producto no logra tras pasar la barrera de la mucosa intestinal, sino que en el mejor de los casos tampoco consigue superar el pasaje hepático. Los laboratorios Ferrer, por su parte, señalan en su documentación para los médicos que la Somazina oral «es estable en el estómago» y «a las dos-tres horas de su administración oral, el nivel de C14 y H3 en el hígado alcanza su máximo valor».
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