Una fiesta feminista culmina la celebración del 50º aniversario del voto de las mujeres en España
Los picantes cuplés de Olga Ramos han puesto contrapunto irónico y desenfadado a la conmovedora historia gráfica de la lucha por el voto femenino que se ha podido visitar esta semana en el Centro Cultural de la Villa de Madrid. El poder evocador, sugerente y testimonial de la imagen ha demostrado su eficacia, una vez más, en esta exposición fotográfica y documental organizada por la comisión feminista para la conmemoración del cincuentenario del voto de las mujeres en España, en paralelo a una serie de mesas redondas, conferencias, proyección de películas, etcétera, que culmina esta tarde con una fiesta feminista y musical en el barrio madrileño de las Vistillas.
El álbum camp de las sufragistas norteamericanas e inglesas, pioneras en la lucha por el voto de la mujer, y un rico muestrario gráfico y documental sobre los avatares del sufragio femenino en España, forman los dos bloques fundamentales de esta exposición conmemorativa, completada por una serie de cuadros y cerámicas de mujeres artistas y la edición de un cuidado catálogo que recoge y amplía su contenido.En los paneles dedicados al sufragio en España se ofrece una colección de imágenes representativas de la situación social y de la vida cotidiana de la mujer española en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, información detallada sobre las primeras asociaciones feministas, incluyendo una antología de nombres, rostros e historias de mujeres que destaca ron en diversas actividades profesionales o artísticas y que, de una u otra forma, contribuyeron a afianzar la presencia de la mujer en la realidad del país. Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal, María Martínez Sierra, María de Maeztu, Zenobia Camprubí, la marquesa del Ter o Teresa Claramunt, son sólo algunas de ellas.
Clara Campoamor: campeona del voto femenino
La proclamación de la República y el polémico debate en torno al voto son los aspectos centrales de la exposición reflejados en la figura de Clara Campoamor, reproducciones de actas oficiales y noticias publicadas en los periódicos de la época. Entre las imágenes de las jóvenes milicianas o de grupos de mujeres en las cárceles franquistas, en los últimos paneles, se encuentran algunos de los testimonios más conmovedores de la exposición, algunas de ellas dotadas además de gran valor artístico como fotografías.En la galería de luchadoras feministas célebres -Federica Montseny, Dolores Ibárruri, Margarita Nelken y Victoria Kent, entre otros muchos nombres rescatados para la historia- destaca como campeona indiscutible del voto femenino la figura de CIara Campoamor, ejemplarización en su vida y en su personalidad del triunfo de la voluntad.
Clara Campoamor nació en 1888, en el barrio popular madrileño de Lavapiés, hija de un periodista y una costurera. Desde pequeña, al quedarse huérfana precozmente, tuvo que ponerse a trabajar. Su primer triunfo personal fue ganar unas oposiciones de Telégrafos que la llevaron por unos años a San Sebastián. De vuelta a Madrid, en 1920, compagina su empleo de funcionaria con la secretaría de redacción del periódico progresista La Tribuna y empieza a frecuentar el Ateneo. Con 33 años cumplidos, Clara decide reemprender sus interrumpidos estudios, y en un tiempo récord de tres años aprueba el bachillerato y completa la carrera de Derecho. En 1924 obtiene su ingreso en la Academia de Jurisprudencia y, ese mismo ano, solicita su admisión en el Colegio de Abogados para ejercer su profesión, a la que se consagra por entero durante el período de la dictadura de Primo de Rivera.
En 1929, con el regreso a la normalidad constitucional, Clara Campoamor emprende su carrera política, primero en las filas de Acción Republicana, y más tarde en el Partido Radical, por el que sale diputada por la provincia de Madrid en las elecciones de 1931.
Fue en el foro de las Cortes donde Clara libró la batalla más importante de su vida, y también donde alcanzó el triunfo, que más tarde iba a volverse contra ella: el debate del artículo 34 de la Constitución que, en su segunda parte, tenía que definirse sobre el sufragio femenino. A lo largo de las dos históricas jornadas -el 30 de septiembre y el 1 de octubre de 1931 -, Clara protagonizó una firme defensa del derecho de la mujer al voto.
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