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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un auto sacramental

Un auto sacramental contemporáneo. Quizá solamente un país como Polonia pueda ya producir algo tan raro para nuestro tiempo como un auto sacramental. Y, como en los grandes autos, por lo menos a partir de Calderón, tejer muchas más cosas sobre esta metáfora de la Eucaristía, que en Wielopole, Wielopole serepresenta directamente con la culminación del final: la última cena. Se acumulan la historia de un país -a través de una familia y de un pueblo-, la vida del autor, sus recuerdos difícilmente reconstruidos -la inseguridad de cómo era la habitación de su infancia, los personajes y los acontecimientos- y unas reflexiones sobre la naturaleza humana -endeble y entrañable-. sobre la vida y la muerte. Todo esto es decir poco: el espectáculo está lleno de sugerencias, de posibilidades de entendimiento, incluso para un espectador español que no comprenda una sola palabra de polaco. Es el efecto del teatro: esto es, del eran teatro al que pertenece esta obra. Esta lectura imperfecta del espectador de idioma distinto al de la obra (el texto y las importantes acotaciones de Kantor pueden leerse en la revista Pipirijaina) hace que predomine, sobre todo, la calidad de la creación teatral, del efecto visual.

Wielopole, Wielopole,

de Tadeusz Kantor.Intérpretes: Grupo Cricot 2, de Varsovia. Director: Tadeusz Kantor. Estreno: Teatro María Guerrero. 2 de octubre de 1981.

No es todo nuevo (algo, en teatro o en literatura, enteramente nuevo no sólo es imposible, sino que sería también ininteligible): la utilización de los maniquíes, la empolvada cara de los actores, los movimientos descompuestos como en el cine antiguo, el juego de deshumanizar para llegar por contraste a una humanización superior a la que pueda ofrecer el teatro simplemente realista, son todos elementos de una vanguardia conocida. Lo importante es cómo los utiliza Kantor: con qué solvencia, con qué seguridad utiliza estos inventos exteriores para llegar al invento interior de la expresión total. El invento interior es, volvería a repetir, el de la utilización de la metáfora del auto sacramental para contar la crucifixión de un pueblo -naturalmente, va mucho más allá de la mera lucha política de nuestros días, o de los de la ocupación nazi, o de la simple expresión nacionalista- y de unas personas.

El trabajo de Kantor, a partir de un gran talento y de una capacidad de teatralización -o de dramaiturgia- del pensamiento es especialmente admirable en la creación de este grupo de actores, que le acompañan en su aventura teatral desde hace años, y que nos muestra una vez más, la imposibilidad de concurrencia de las formaciones de aluvión, de las compañías formadas repentinamente para interpretar una obra, con esta enorme fuerza de lo que se suele llamar compañía estable, y que aquí es algo que llega mucho más lejos: una comunidad de actores (algunos de una enorme calidad) que participan de un mismo concepto del arte teatral, y diríamos que de la vida y de la muerte.

Es algo para reflexionar aquí, en España. Como también lo es la pobreza material del espectáculo: unas tablas, unos trastos, unas luces, unos sonidos. Cuando se está, como aquí, en pleno vértigo de la carestía de los montajes, está bien que se recuerde que el talento nunca se sustituye con el dinero, aunque a veces el dinero sirva para disfrazar la falta de talento.

Temo que todo lo dicho hasta ahora, y lo que pudiera añadir, sea bastante confuso: la cantidad de sugerencias que hay en esta obra y su enorme valor teatral tienden a entremezclarse y superponerse en el espacio de unas líneas que corresponden a una crítica de teatro. La mejor crítica que se puede hacer es recomendar que cada uno corra al teatro María Guerrero antes de que terminen estas representaciones, desgraciadamente limitadas. Pueden reconciliar con el teatro, hacer pensar que sus posibilidades no están agotadas en el mundo contemporáneo.

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