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Positivo estreno de Mitterrand en sus relaciones con Arabia Saudí

El estreno en Arabia Saudí de la diplomacia del nuevo Gobierno francés en el Próximo Oriente se desarrolló positivamente, a salvo de "los raros detalles que aún merecen reflexión", según la fórmula empleada por el príncipe heredero, Fahd lbn Abdul Aziz. El presidente francés, François Mitterrand, se mostró igualmente satisfecho al concluir ayer su visita oficial.

El problema árabe-israelí centró las conversaciones de esta primera visita del jefe del Estado francés a esa región. Mitterrand también estima haber ganado la confianza económico-financiera del país que exporta cerca de la mitad del petróleo consumido en todo el mundo.El presidente galo se entrevistó en Taif, capital veraniega de la monarquía saudí, con el rey Jaled y con su hermano, el príncipe Fahd. El tema de fondo de estas conversaciones, esencialmente políticas, fue el litigio árabe-israelí. Dos polos sirvieron de referencia para el diálogo: el llamado plan Fahd, propuesto por los saudíes, y que preconiza una solución negociada y, por otra parte, la nueva formulación francesa tras la victoria de Mitterrand.

Se temía que el presidente socialista, amigo tradicional de Israel, cambiara la amistad diplomática franco-árabe instaurada hace veinte años por el general Charles de Gaulle, pero en Taif ha sido tajante: "No se trata de cambiar una amistad por otra, sino de ampliar las amistades de Francia". Es decir, Mitterrand quiere consolidar su amistad con las dos partes (Israel y los árabes) para convertirse en su interlocutor. Por ello, tras haber visitado el principal país del petróleo, en enero próximo viajará a Israel, "para emplear el mismo lenguaje", ha precisado con el fin de contrarrestar a quienes sospechan que lleva a cabo un doble juego.

A juzgar por todos los informes y declaraciones, entre Mitterrand y los saudíes se ha establecido un diálogo esperanzador. El presidente considera como "un punto de partida positivo" el plan del príncipe Fahd, que reconoce el derecho a la existencia de Israel y, naturalmente, reivindica un Estado para los palestinos. La divergencia fundamental gira en tomo al futuro estatuto de Jerusalén, que el plan Fahd propone como capital del Estado palestino.,La representatividad que Mitterrand le confiere a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) también crearía ciertas frícciones.

Los acuerdos y divergencias franco-saudíes sólo es posible valorarlos situándolos en el contexto geoestratégico mundial que enmarca el problema árabe-isarelí, y que, por ello, está sometido a las presiones resultantes de la confrontación entre EEUU y la URSS. Francía alimenta en armas a Arabia Saudí y mantiene importantes relaciones financieras.

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