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Los aliados esperan impacientes las negociaciones EE UU-URSS

Soledad Gallego-Díaz

Los miembros europeos de la Alianza Atlántica esperan impacientes el anuncio de que el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, y su colega soviético, Andrei Gromiko, han llegado a un acuerdo de principio para que las negociaciones sobre control y limitación de armamento nuclear en Europa comiencen, lo más tardar, a primeros de diciembre, en Ginebra.El anuncio oficial tendrá, sobre todo, un efecto psicológico, ya que nadie duda que las negociaciones propiamente dichas serán largas y duras y que provocarán, en más de una ocasión, enfrentamientos o discusiones entre Estados Unidos y, sus propios aliados europeos.

No es previsible -lo desaconsejan las costumbres diplomáticas- que Haig y Gromiko discutan o siquiera planteen sus puntos de vista sobre el alcance y el contenido de estas conversaciones. Un portavoz norteamericano anunció en Bruselas que los "aspectos técnicos" serían objeto, lógicamente, de la propia negociación. El portavoz reconoció que uno de los "puntos más difíciles" será establecer qué tipo de armamento queda comprendido en las negociaciones.

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Los norteamericanos parecen interesados en limitarlas a las llamadas fuerzas nucleares de teatro o, más concretamente, a los SS20 soviéticos y los euromisiles Persing 2 y Cruise estadounidenses, mientras que Moscú desearía introducir en la cesta determinados sistemas nucleares norteamericanos instalados en Europa, especialmente aire-tierra. "Las negociaciones deben basarse en los instalados en tierra", explicó el portavoz mencionado, que se negó, sin embargo, a entrar en detalles. Tampoco quiso aclarar si la unidad de cuenta serán los misiles o las cabezas nucleares, dado que cada aparato lanzador puede tener una o varias.

Las mayores dificultades entre

Washington y sus aliados vendrán dadas por una cuestión de fondo: el control y limitación de armamento InClIto nuclear es un factor esencial para Europa mientras que para Estados Unidos tiene importancia, pero no es decisivo. Washington, por ejemplo, desea mezclar las conversaciones con la llamada teoría del linkage, es decir, vincular su desarrollo y eventual éxito al comportamiento de la Unión Soviética en otros capítulos de las relaciones Este-Oeste, desde Polonia y Afganistán hasta Africa o Centroamérica.

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Deseos europeos

Los europeos, por el contrario, querrían que Estados Unidos flexibilice esta postura y no vincule el desarrollo de las con-versaciones de Ginebra a problemas externos, por muy importantes que sean.

Otro punto de divergencia entre europeos y norteamericanos es la posibilidad de una opción cero, es decir, un acuerdo por el que no sería necesario desplegar ni un solo euromisil. Aunque el general Haig no la descartó completamente en su reciente visita a la RFA, nadie tiene grandes esperanzas en Bruselas.

Finalmente está también por ver cuál es la relación que establece Norteamérica entre las conversaciones de Ginebra y las SALT (acuerdos para el control y limitación de armas estratégicas, es decir, intercontinentales). Para Washington, la relación es evidente y no es posible llegar a acuerdos parciales.

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