El aceite ilegal tampoco produjo víctimas en Valencia
Agustín, Tomás y José Manuel Baviera, empresarios de Aceites Valencia, mantienen la tesis de que la partida de aceite de colza que compraron a la empresa Salomó, de Reus, no fue nunca destinada al consumo humano. Los dos primeros se encuentran en prisión en la cárcel Modelo de Valencia y el tercero se ha hecho cargo de la empresa, a la que no estaba muy vinculado anteriormente.Según las declaraciones de José Manuel Baviera y otras fuentes próximas a los detenidos, así como las afirmaciones de éstos ante el juez contenidas en el sumario, ello explicaría que en el País Valenciano no se haya producido ningún caso de envenenamiento por el aceite tóxico. Fuentes de la Consejería de Sanidad del País Valenciano aseguraron que sólo se han detectado dos casos hasta la fecha, y en ambos el aceite consumido procedía de Guadalajara.
La versión de los empresarios citados es que compraron, efectivamente, una partida de aceite de colza, sin saber que era desnaturalizado, a la empresa Salomó. La operación se formalizó a principios del pasado mes de abril y hacia el día 20 llegaron a Valencia los tres camiones cisternas que transportan el aceite. La partida era de 67 toneladas, y una cisterna se abona a 84,50 pesetas el kilo y las otras dos a 81 pesetas.
Los propietarios de Aceites Valencia consideran capital este dato, avalado con las facturas de compra que fornan parte del sumario, ya que al refinarlo, el aceite viene a salir a unas 99 pesetas el kilo.
Según ha manifestado a EL PAÍS José Manuel Baviera, cuando se recibió la partida se envió a la refinería Tárrega, de Valencia, pues en ese momento la propia empresa tenía saturadas sus refinerías. Esta circunstancia, a juicio de Baviera, es la que hace que el aceite no se analizase a su llegada por la empresa, como es habitual.
Al llegar a la Refinería Tárrega, se toman unas muestras que se precintan sin analizar y se refina la partida. El aceite resultante da un color rojizo y Tomás Baviera aconseja volver a refinar. Tras la segunda operación tampoco se consigue dar al aceite un color normal. Después de haberla refinado dos veces, la partida se queda en aproximadamente la mitad de su peso inicial, lo que la encarece.
Los hermanos Baviera consideran que esta circunstancia evidencia su buena voluntad al comprar la partida, ya que el aceite de colza para usos industriales está aproximadamente a cuarenta pesetas menos el kilo que las cantidades que pagaron. No obstante, en función del extraño color que presentaba la partida, consiguieron que Salomó les rebajase siete pesetas por kilo en la cisterna de menor capacidad (unos 18.830 kilos).
El aceite de colza desnaturalizado comprado por Aceites Valencia fue localizado por la policía en la refinería de Tárrega y en los almacenes de Torrente.
Parece difícil que la colza desnaturalizada fuese a parar al consumo humano en Valencia, ante la no existencia de casos de síndrome tóxico. O bien el proceso de refino eliminó el tóxico, al menos con efectos inmediatos, o, en caso de que se comercializase, se vendió a empresas de zonas ajenas al País Valenciano.
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