Una sociedad con una densa trayectoria de irregularidades
La empresa Raelca comenzó a funcionar en la temporada 1977-1978, según dijo a EL PAÍS Elías Ferrero López, uno de los propietarios, que se hizo pasar por encargado, el pasado 15 de junio, cuando el almacén de Alcorcón acababa de ser precintado por las autoridades. El primer domicilio social de la sociedad Raelca estaba en la calle madrileña del Teniente Ochoa Olalla, 12, cercana a Carabanchel. Entonces figuraba como Rael. Almacén de Aceites, Jabones y Envasados. Como tal expidió unos recibos -que obran todavía en poder de algunos vendedores ambulantes- y fue inscrita en el Registro Municipal de Industrias. El Ayuntamiento de Madrid le concedió, con fecha 10 de febrero de 1978, la licencia de instalación y, aunque ésta por sí sola no faculta a una empresa para funcionar, Rael inició su actividad aceitera, a pesar de tener pendiente la tramitación de las licencias de apertura y funcionamiento.
El 28 de julio de 1979, Rael aún comerciaba desde su almacén de la calle del Teniente Ochoa Olalla, según consta en una factura de venta de mil litros de aceite de semillas, por un valor de 80.000 pesetas.El día 24 del mes siguiente, Rael tiene una denuncia, impuesta por el Ayuntamiento de Alcorcón, por venta de lejías y detergentes sin licencia. Para entonces, ya ejercía sus actividades desde una nueva sede, radicada en la calle de los Ebanistas, 11, en el polígono industrial Urtinsa, de la citada localidad madrileña.
Esta vez tampoco cumplió con los requisitos legales indispensables para poder funcionar. A comienzos de junio del presente año, cuando ya se tenía constancia de la comercialización de aceite fraudulento, y Sanidad -obedeciendo a sospechas- ordenó el precintado de los depósitos de Rael, los propietarios de esta empresa aún no habían presentado los documentos necesarios para que las autoridades municipales de Alcorcón les concediesen la licencia de apertura, quienes, precisamente el 11 de junio, habían formulado una nueva denuncia contra los empresarios por venta de aceite sin licencia.
Rael comercializaba aceite a granel, pero también envasaba el producto, con unas marcas -Rael, Monri, Selmi, Raolí, Raelsol, Ramolí- no registradas y, pese a llevar funcionando largo tiempo -entre los vendedores ambulantes de la periferia de Madrid se recuerdan compras de hace seis años-, su constitución como sociedad anónima, con la denominación Raelca, no se produjo hasta el 13 de marzo de 1980, y su inscripción en el Registro Mercantil de Madrid lleva fecha 27 de agosto de 1981 -posterior, en más de un mes, a la de la detención y el procesamiento de sus dueños.
Según el tomo 5.992 del libro de registro mercantil 5.038, el objeto de la empresa Raelca, SA, es «la comercialización, venta al por mayor y menor y representación de productos alimenticios de todas clases. Asímismo, puede desarrollar actividades de envasado, manipulación de plásticos y otras materias para la fabricación de envases, estando facultada para el proceso de conservación de alimentos. Podrá también dedicarse la sociedad», añade el libro, «a las actividades de exportación e importación de los referidos productos, que coadyuven al objeto social y no se opongan a las leyes».
Los integrantes de la sociedad Raelca -de acuerdo con lo inscrito el 27 de agosto de 1981- son: Ramón Ferrero López, administrador único y presidente; el herrnano de éste, Elías Ferrero López, y Cándido Hernández Galán, cuñado de Elías. Cada uno suscribe setecientas acciones de mil pesetas, que forman el capital social de la empresa, 2.100.000 pesetas.
En el libro de registro se indica también que la primera copia de la escritura de constitución de Raelca «fue otorgada en Madrid, el 13 de marzo de 1980, con el número 742, que se presentó a las 10 horas del 2 dejullo último».
El 12 de junio pasado, la Policía Municipal de Madrid hizo unas requisas de aceite sospechoso en un mercadillo del barrio de Bilbao, poniendo así en práctica la orden de no permitir la venta ambulante de aceite a granel. Unos vendedores reclamaron entonces a quienes les habían abastecido -Raelca-, pero los abastecedores alegaron no conocerles.
Almacén precintado
Precisamente, el día antes, jueves 11 de junio, Sanidad precintó las nueve cisternas del almacén de Rael en Alcorcón, y las autoridades municipales abrieron un expediente a la empresa «por venta de aceites sin licencia». Coches patrulla de las policías municipal y nacional vigilaron, a partir de entonces, las inmediaciones del almacén, según pudieron comprobar redactores de este periódico. Comprobación que se ganó las amenazas de los hermanos Ferrero y del abogado que en las semanas anteriores de su detención les defendía. Todos ellos negaban la existencia de anomalías en la empresa. A fin de «aclarar los errores publicados», los Ferrero convocaron una conferencia de Prensa, a la que nadie acudió.
El 15 dejunio, Ramón Ferrero, residente en Alcorcón desde hace seis anos, estaba ilocalizable en su domicilio, mientras que su hermano, Elías Ferrero, aduciendo ser el encargado del almacén -y de la organización del trabajo de unos seis empleados-, entraba y salía de éste con entera libertad. A propósito de los numerosos garrafistas vistos no sólo en los últimos meses, sino en los últimos dos años, decía que «se le daba trabajo a los parados», facilitándoles aceite a cien pesetas litro, con entrega mínima de veinte litros. Pero al margen de los vendedores ocasionales, también era frecuente ver cargando bidones de aceite en Rael
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-ese nombre constaba en el cartel de la puerta del almacén- a dueños de furgonetas y camiones.
«No somos los únicos», decía el encargado-propietario, «también venden aceite en almacenes de Cedillo del Condado (Toledo), Fuenlabrada, Villaverde y Guadalajara». Explicaba, a modo de revelación, que el aceite envasado por Rael venía de Jaén, Córdoba y Sevilla. Y añadía, negando acaloradamente la posibilidad de que Raelca fuera centro expendedor del aceite relacionado con la entonces llamada neumonía atípica: «Llevo cuatro años catando este aceite y aquí estoy. Todo lo que dicen es mentira». Miembros de una patrulla de Policía Nacional aducían, por su parte, que más del 50% de sus compañeros de Alcorcón habían consumido -sin daño alguno-. Dos meses más tarde, ya detenidos los tres propietarios de Raelca en la prisión de Alcalá de Henares, se sabría que Ramón Ferrero, al cerrar el trato con la empresa RAPSA -importadora donostiarra que vendió a Raelca el aceite de colza desnaturalizado-, exclamó: «Este aceite huele a muertos, pero tiene buen sabor».
RAPSA vende a Raelca
La empresa Refinería de Aceites y Pescados, SA (RAPSA), de San Sebastián, que se dedica desde hace más de diez años a la importación de aceite de colza desnaturalizado para usos industriales, comenzó a suministrar este producto a Raelca en marzo de 1981. Con anterioridad, los responsables de esta firma se aprovisionaban en Jorpi, empresa catalana cuyo titular es Jorge Pich, quien precisamente puso en contacto a Raelca con RAPSA, abastecedora de Pich y de otra industria para la que éste trabajó de intermediario: Productos Químicos Salomó.
Raelca, envasadora y distribuidora de aceites para consumo humano, había iniciado entonces tratos con una firma, RAPSA, importadora y distribuidora de aceites para uso industrial, como el de colza desnaturalizado, del que adquirió 110 toneladas. En julio último, recién descubierto el fraude del aceite tóxico y detenidos los responsables de estas dos empresas como presuntos implicados, las alegaciones de éstos se contradecían. Los de Raelca aseguraban que habían adquirido el aceite creyendo que era comestible. Según los de RAPSA, sus clientes se habían presentado como comerciantes de aceite industrial.
No obstante, se pudo comprobar que el aceite de colza desnaturalizado, no apto para el consumo humano, fue refinado para tratar de quitarle la anilina, el producto desnaturalizante, y así poderle dar una apariencia de aceite de oliva. Según consta documentalmente, dos refinerías se encargaron del trabajo: Itehache y Danesa Bau. Después, el aceite supuestamente renaturalizado volvería a Raelca y a los circuitos comerciales manejados por ésta.
Itehache, de Sevilla, procesó 59.370 kilos de aceite -propiedad de Raelca-, cantidad que se corresponde casi con exactitud con las tres primeras partidas de aceite de colza desnaturalizado vendidas por RAPSA a la empresa de Alcorcón, que totalizan 59.590 kilos (la diferencia de cantidad se debe a la imposibilidad de vaciar completamente las cisternas que trasiegan líquidos).
Danesa Bau, SA, de Madrid, refinó la última de las cinco partidas de aceite de colza con anilina compradas por Raelca a RAPSA. Esta operación fue confirmada por Danesa Bau a través de una nota remitida a EL PAÍS el 30 de julio, en la que precisaba que sólo dos veces había operado su factoría con aceite de colza: «Una, en 1976, con doscientas toneladas, por cuenta de la Comisaría de Abastecimientos y Transportes, con destino a distintas firmas de aceites comestibles, y otra, por cuenta de Raelca, en el presente año».
«Raelca», explicaba la nota de Danesa Bau, «entregó los días 24 de abril y 12 de mayo de 1981, 24.240 kilogramos y 26.733 kilogramos, respectivamente, de aceite de colza crudo. Una vez refinado, Danesa Bau, SA, devolvió ese aceite a Raelca los días 19 y 20 de mayo. El aceite que entregó esta firma para su refinación», añade Danesa, «respondía, aparentemente, a las características de un aceite de colza normal».
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