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Clausura de la Feria Internacional del Libro de Moscú

Anteayer se clausuró en la capital soviética la tercera Feria Internacional del Libro de Moscú. Durante una semana, decenas de miles de soviéticos han visitado, con cierta ansia, el centenar de stands de la exposición, que ocupaba cuatro pabellones del parque de exposiciones, de los logros de la economía de la URSS. Solamente durante las tardes el público tenía acceso al recinto de la feria, que se encontraba protegido por grandes medidas de seguridad. Esta protección había sido desplegada para evitar posibles robos.

Los visitantes no podían entrar en el recinto con bolsos, y todos eran cacheados a la salida. Aun así, durante la semana llegaron a desaparecer, por ejemplo, más de un 30% de los libros que se mostraban en el pabellón español.

Las reglas de la Feria del Libro moscovita prohiben la venta al público, por lo que algunos exhibidores consideran los hurtos como inevitables.

Los soviéticos mostraron una vez más su gran avidez por los productos culturales que se realizan fuera de sus fronteras. Posiblemente, los dos pabellones con más visitantes fueron el de Israel y el de una asociación de libreros hebreos, ante los que se concentró buena parte de la comunidad judía ele Moscú.

Las autoridades soviéticas de la edición parecían satisfechas por el resultado de la muestra, aunque algunos representantes editoriales de Occidente insistían en que el balance de este certamen se hace más bien en función del prestigio que de los resultados comerciales.

Aun así, se pudo conocer que durante la Feria se han firmado un total de 2.000 contratos con 86 países y doce organizaciones internacionales, por un valor de noventa millones de rublos (11.700 millones de pesetas).

El amplio pabellón español -en el que se ha expuesto un millar de volúmenes- despertó bastante curíosidad, especialmente por la sección dedicada a la literatura infantil y juvenil. Amplios corros de niños se formaban todas las tardes en torno a unos cuantos libros.

Los representantes en la Feria de la industria editorial española mostraron sus esperanzas de que se enderece la balanza comercial editorial española. El pasado año, España importó libros, revistas y periódicos soviéticos por valor de quince millones de pesetas, mieritras sólo exportó a la URSS por un total de nueve millones.

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