Afganistán parece dispuesto a entablar una negociación
Los dirigentes afganos, presumiblemente respondiendo a una iniciativa soviética, parecen dispuestos a flexibilizar sus puntos de vista para lograr algún tipo de negociación que trate de poner punto final al conflicto que vive su país.Esto es, al menos, lo que se deducía ayer del comunicado del Gobierno de la República Democrática de Afganistán, hecho público íntegramente por la agencia oficial soviética Tass.
El comunicado del Gobierno de Kabul añade sólo unos pequeños elementos nuevos al plan de paz que ya expusieron el 14 de mayo de 1980. En aquella ocasión, Afganistán proponía la celebración de dos rondas de conversaciones: la primera, con Irán y Pakistán, y la segunda, con las grandes potencias -EE UU y la URSS-, para garantizar la no injerencia de terceros en los asuntos afganos.
La propuesta de ayer, que formalmente reitera la de hace quince meses, ofrece entablar, conversaciones bipartitas para el caso de que Irán o Pakistán se nieguen a negociar e, igualmente, invita a las Naciones Unidas a tomar asiento en la primera ronda. La nueva propuesta de Kabul es consecuencia de la visita efectuada a principios de mes a la capital afgana y a Islamabad por Javier Pérez de Cuéllar, enviado especial del secretario general de las Naciones Unidas.
Por lo demás, pocas son las novedades que se podían encontrar en el comunicado del Ejecutivo de Kabul. Nuevamente se recordaba que Afganistán ha dictado una amnistía para aquellos que deseen volver a su país, y además se ofrece el libre tránsito por las fronteras de las tribus nómadas.
Sin embargo, las matizaciones añadidas en este comunicado hacen suponer que Moscú y Kabul pretenden llegar a una solución que les permita salvar la cara.
Desde el punto de vista militar, la situación aún está lejos de ser desesperada. Los cálculos más fiables hablan de varios centenares de muertos entre los 85.000 soldados soviéticos presentes en Afganistán, lo que -dado el potencial demográfico y militar de la URSS- es una cifra ridícula.
Sin embargo, el incremento de la ayuda militar norteamericana a los guerrilleros afganos y el endurecimiento del flanco oriental de la URSS -con la venta de nuevas armas estadounidenses a China y Pakistán- hacen prever un futuro menos fácil.
Para el Kremlin, el coste del problema afgano parece pesar más bien en la falta de credibilidad internacional que viene padeciendo la URSS desde que las tropas soviéticas entraron en Afganistán a finales de diciembre de 1979.
La propuesta hecha el pasado mes dé junio por la Comunidad Económica Europea -que fue adoptada también posteriormente, por los siete grandes en la cumbre de Ottawa- fue calificada de irrealista por el ministro soviético de Asuntos Exteriores.
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