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Los últimos exámenes

El historiador Manuel Tuñón de Lara asiste esta semana, en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, al homenaje que le tributan sus discípulos, y que coincide con la última actividad académica del catedrático de la Universidad de Pau y doctor de Estado en Letras, máximo grado académico de Francia. Dentro de diez días, Tuñón de Lara, despedido solemnemente del claustro de profesores de Pau el 29 de junio pasado, examinará a los últimos alumnos y dará el visto bueno a las últimas tesis, para dedicarse más tarde a una intensa vida intelectual a medio camino entre España y Francia, en una casa que está a punto de terminar en San Sebastián.El profesor Manuel Tuñón de Lara, que asiste a todos los debates de la Semana de historia-homenaje, se ha negado a presidir las sesiones porque «el esfuerzo sería tremendo, y en vez de un homenaje sería una paliza». Ha anunciado, sin embargo, que va a intervenir el último día como remáche a unas jornadas que cree de «alto nivel científico». Pero no está cansado Tuñón de Lara. Cumplidos los 66 años, tiene ante sí un programa de trabajo que, cuando lo relata, le permite insinuarnos la pregunta: «Y usted, ¿cuándo duerme?». Es lo que le dicen su mujer y sus hijos, acusándole de egoísmo, que el profesor rechaza para calificarlo de vicio.

El fin de la etapa de Pau (antes vivió la etapa de Madrid y la etapa de París) lo considera Manuel Tuñón «un poco siniestramente», un epílogo que «vamos a ver lo que dura», y que va a vivir en su nueva casa de San Sebastián y en algún lugar de Francia, donde todavía estudia Medicina uno de sus hijos, mientras que otro, economista, trabaja en la televisión, y una tercera termina su tesina de Letras. Sin embargo, este epílogo pudo haber sido una etapa de universidad española, de no haberse producido el rechazo de los cinco colegas del Consejo de Rectores, que Vetaron su cátedra. Tuñón de Lara juzga el incidente «con sentido ético e incluso patriótico» más que como lo que le hubiera, o no, apetecido. «A mí me parecía que era lógico seguir mi trabajo aquí», afirma, «pero hubo fuerzas interesadas en demostrar que para ellas no era lógico. Simplemente».

En esas condiciones, el epílogo de Tuñón de Lara va a ser fundamentalmente bibliográfico. Cuenta que, cuando. estaba pensando ya en su retiro, un amigo diplomático le dijo: «El año que viene te jubilas y te pones a trabajar». De una manera «inmensa, enorme», según sus propios calificativos.

Historia republicana

Entre los proyectos inmediatos tiene la terminación, «ahora mismo», de un libro para Alianza Editorial, que investiga, tres aspectos de la época republicana: la cuestión agraria, el aparato del Estado y el Frente Popular. Sigue con la historia de Labor, con el tomo nueve, que estará listo para septiembre, sobre la dictadura de Primo de Rivera, la república y la guerra civil, con la intención de dar por finalizados todos los tomos dentro de este año académico.Por otra parte, escribe la historia para Cambio 16, «metido hasta el cuello escribiendo otra vez sobre la restauración, la república y la guerra civil a distinto nivel, con una exigencia de divulgación». Tiene ya por la mitad el tomo 37 de la Gran Historia de Espasa Calpe, que dirigía Menéndez Pidal y ahora lo hace Jover Zamora. Vuelve sobre el tema de los bloques o elites de poder entre 1985 a 1975, de Cánovas a Franco, del poder a la oposición, y ha prometido al profesor Fernández Clemente, director de la Enciclopedia Aragonesa y un gran colaborador de Pau, que le va a escribir la historia de la guerra civil en Aragón, y a Alberto Roig Tapia, que le hará lo mismo, pero sobre Sevilla.

Tuñón de Lara prolonga su programa hasta sus 76 años. «Dentro de diez habrá que completarlo, todavía, con conferencias, debates, contactos permanentes con los muchos alumnos y con los colegas, viajes continuos al extranjero para participar en seminarios sobre historia de España y las demás anécdotas de una vida convertida en el vicio de escribir la historia de España». «Hace tres días, en casa, con unos amigos y la familia, les decía», cuenta, «que hay que ver la actividad social que desarrollaba un hombre como Largo Caballero antes de su muerte, a los 77 años. Me faltan diez para cumplir esa edad, y cuánto puedo hacer en ese tiempo con un buen plan de trabajo».

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