¿Quo Vadis, Reagan?

La tregua que parecía pactada entre las dos grandes potencias a la desaparición del anterior presidente norteamericano Jimmy Carter, se ha roto. La era Reagan da comienzo este agosto de 1981 de forma violenta, al resucitar la bomba neutrónica amparada en una llamada "estrategia de campos de batalla integrados" que el Pentágono elabora para calmar, de una parte, los apetitos de la poderosa industria militar norteamericana, y de otra, los miedos políticos de una Administración que desea demostrar a sus siempre rivales soviéticos que está dispuesta a cualquier contingencia militar y, a mantener la supremacía mundial. El Kremlin, que en 1978 consiguió, por medio, de una intensa y poderosa propaganda en contra, frenar a un Carter indeciso que ordenó en aquella fecha fabricar distintas partes de la bomba "N", pero no su ensamblaje, se ha visto sorprendido ahora por Una decisión que le afecta principalmente en su economía, al tener que dedicar gran parte de sus recursos a la fabricación del arma, que ya tienen experimentada. y, desatender -una vez más- la industria ligera necesaria para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, cada dia más descontentos por la no satisfacción de sus necesidades más perentorias.

El 26º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), se inició con un importante discurso de Breznev. que pasó casi desapercibido al coincidir en fecha, 23 de febrero último, con el asalto al Palacio de las Cortes y cuya noticia primó en todps los medios mundiales de comunicación. En los cincuenta follos leídos, con dificultades, por el secretario general del primer partido comunista del mundo, el fin de la carrera de armamentos y la invitación formal a los máximos niveles internacionales para mantener conversaciones de desarme, eran los puntos fundamentales en la búsqueda de la distensión mundial.

En 1979, los dirigentes soviéticos se sintieron humillados en sus relaciones con la otra gran potencia mundial, porque los acuerdos del SALT II, que tan brillante porvenir parcelan tener después del beso en Viena de Carter y Breznev, nunca llegaron a buen fin. Y para colmo, la OTAN decidía la instalación en Europa de 562 misiles de alcance medio. Pocos dias antes de fin de año los soviéticos, con el golpe de mano de Afganistán se corriperisaban de estos disgustos y dejaban al presidente americano vacilante, cuvas únicas reacciones fueron, a nivel doméstico, embargo de cereales y oposición a los Juegos Olímpicos. Ambas medidas no influyeron lo más mínimo en la decisión del Kremlin. La falta de cereales se suplió con compras a otros países, Argentina y Brasil, principalmente, y a través de terceros también a Estados Unidos. Los Juegos Olímpicos mantuvieron una elevada calidad a pesar de la falta de atletas norteamericanos, siendo estos, por otra parte, los más perjudicados.

Moscú, ante las elecciones de noviembre último, apostó por Reagan, a pesar de ser el representante de la "reacción", pero sus ne gativas experiencias con Carter inclinaron al Kremlln hacia el desconocido, de quien esperaban una actitud negociadora más firme que la demostrada por la anterior Administración. En los primeros meses de mandato de Reagan se inició un coqueteo por ambas partes que abría el interrogante esperanzador.

Pero Reagan aprovecha el estío para iniciar su era. La fabricación de la bomba "N" dá un golpe de muerte a la distensión. Hay ya, desde el día 6, un inicio al relanzarniento de la carrera armamentista. vuelta a la enésima guerra fría, y preparación de una confrontación nuclear. En una palabra, se ha per dido la coexistencia.

Ahora, preparará también su bomba de neutrones para instalarla en los países del Pacto de Varsovia, como los países de la Alianza Atlántica tendrán las suyas. Como primera medida es posible que la tensa situación en Polonia sea resuelta por medios convincentes. En este duelo iniciado por el viejo héroe de películas del western, lo peor no es "quien dispara para primero" y esperar a ver quien cae; lo seguro es que el más rápido ocasionará unos muertos que no estaban en el guión. Pero esta versión, a los europeos otanistas parece gustarles, Cuando menos, la aceptan. La pregunta entonces no es "¿dónde vas Rcagan?"', si no "¿a dónde nos llevas?".