Europa afrontará desunida el vendaval económico provocado por la política monetaria norteamericana
La Europa comunitaria se prepara para hacer frente en otoño a una nueva crisis económica provocada por la continuidad de la política monetaria practicada por Estados Unidos. El presidente de la Comisión Europea, Gaston Thorn, que estuvo presente en Ottawa, expresó, sin mucho convencimiento, su confianza en que la CEE sería capaz, el próximo otoño, de estudiar una política común monetaria.
Thorn, en una conferencia de Prensa celebrada ayer en la capital comunitaria, reconoció que esta era una esperanza difícil porque, de momento, tropieza con una dificultad suplementaria: el Reino Unido no pertenece al Sistema Monetario Europeo (SME) y el Gobierno de Margaret Thatcher es partidario del liberalismo y de la política monetaria como sistema de lucha contra la inflación.Bonn, que actúa siempre como locomotora de la CEE, parece haberse cansado de su papel, y el canciller Schmidt, que tiene que hacer frente a serios problemas internos, ha anunciado ya que tomará "sus propias medidas" para "parar el golpe" norteamericano.
El drama de los países pequeños
Si la RFA decide actuar por su cuenta y pone en práctica un presupuesto estatal restrictivo, los pequeños de la CEE tendrán que hacer frente a un problema suplementario. Gaston Thorn señaló que había advertido a Helmut Schmidt de las graves consecuencias que podría tener una política restrictiva de la RFA "demasiado brutal".
"Honestamente", añadió el presidente de la Comisión Europea "no creo que podamos hacer nada para impedir a Estados Unidos continuar su actual política comunitaria. Pero tampoco comparto la teoría de quienes piensan que hay que hacer siempre lo que los americanos quieren".
Según Thorn, Washington cree sinceramente que su política antiinflacionista dará resultados antes del otoño y que las tasas bajarán solas, sin necesidad de que intervenga el Gobierno federal. "Si no sucede así", añadió Thorn, reflejando la opinión de la mayoría de los expertos europeos, "el secretario del Tesoro de Estados Unidos vendrá a Europa para estudiar la situación. Los europeos tendremos que adoptar medidas comunes para intentar hacer comprender a Norteamérica los desastrosos efectos de su política".
El presidente de la Comisión Europea confesó que era impensable una actitud de confrontación con Estados Unidos, pero añadió que, pese a todo, se podía estudiar la forma de atenuar las consecuencias de esta política.
En definitiva, Europa ha concedido una tregua en su lucha contra la política norteamericana, sin jugar la carta de los problemas de política exterior. Bien al contrario, Ronald Reagan ha vuelto a Washington con una declaración altamente positiva para él. Los europeos mantienen de momento su solidaridad plena en todos los problemas internacionales, sin exigir a cambio una solidaridad económica estadounidense.
Nadie parece ser capaz, aquí y ahora, de influenciar la política de la Administración Reagan, y los diez, que continúan divididos en cuanto a la mejor forma de hacer frente a la crisis actual, esperarán pacientemente hasta el próximo mes de octubre para, cargados de razones, intentar nuevamente convencer a Reagan. Una empresa que los comunitarios estiman muy difícil, tanto que cada uno prepara su propia retirada y su propia política de respuesta.
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