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ECOLOGIA

Los hombres de Green Peace finalizan su acción contra el vertido de residuos nucleares en el Atlántico

El barco ecologista Sirius, de la organización Green Peace, abandonó en la noche del martes la lucha que venía llevando a cabo contra los trabajos de expulsión al mar de desechos nucleares que realiza el buque inglés Gem a 300 millas del cabo de Finisterre.

La razón para que cesara de repente la acción ecologista en el Atlántico se debe a que la principal lancha neumática que utilizaban los hombres de Green Peace resultó seriamente dañada al ser alcanzado uno de sus dos motores, un Mercuri 150, por uno de los barriles radiactivos arrojados. Por otra parte, el empeoramiento del tiempo y del estado del mar hizo que Green Peace considerara la necesidad de retirar a sus intrépidos guerreros ecologistas del campo de batalla más singular habido hasta ahora en los océanos.El inglés Peter Wilkinson coordinador de esta campaña de Green Peace, consideró, sin embargo, que se han cumplido los objetivos propuestos. «Hemos lanzado nuevamente al mundo la voz de alarma», dijo. «La gente sabrá cada vez mas que la irresponsabilidad de unos cuantos hombres está poniendo en peligro el mar y el futuro de la vida sobre el planeta y, al mismo tiempo, la conciencia sobre este problema habrá ganado con nuestra lucha de este año un nuevo progreso».

Insólita conferencia de Prensa

Sólo unas horas después de que cesara la acción de Green Peace, los periodistas asistimos a la más insólita conferencia de Prensa que se ha podido imaginar. El capitán del barco que arroja los barriles radiactivos, el británico Toni Bourne, accedió a contestar a nuestras preguntas, sin permitir que subiéramos a bordo de su buque.Para ello, una lancha neumática de Green Peace se situó a estribor del Gem y, amarrada a su costado, permitió una extraña conversación de casi media hora con el capitán del Gem, que se encontraba arrimado a la barandilla de cubierta. Cuando las olas subían, entrevistadores y entrevistado podían darse casi la mano, pero al bajar el oleaje quedaba en medio una altura de cuatro metros largos.

El marino inglés manifestó que no hay ningún peligro de radiactividad anormal en la carga que envían sus hombres al fondo del mar. «Han sido controlados todos los barriles, uno por uno», dijo, «y vigilada la operación por un experto norteamericano».

Cuando se le dijo que el medidor geiger de Green Peace había registrado el lunes y el martes, desde el buque Sirius, la existencia de radiactividad por lo menos a niveles mínimos, lo que no deja de tener importancia si se considera que las medidas fueron tomadas a una distancia notable, Toni Bourne contestó que no le sorprendía esto, pero que él no quería entrar en detalles sobre el particular.

A la pregunta de por qué se depositan estos residuos más cerca de España que de Inglaterra, país del que provienen los desechos radiactivos, el capitán del Gem respondió que esto tiene una respuesta difícil, y añadió a continuación que «éste es, en realidad, un lugar idealmente situado por la profundidad de las aguas y por otras razones».

Acerca de los peligros personales que corrieron los ecologistas cuando se les respondió desde el Gem, arrojando sobre ellos chorros de agua y barriles de trescientos kilos de peso contra sus lanchas, Toni Bourne respondió que guarda un gran respeto por los sentimientos de los ecologistas, pero que «es evidente que se trató de peligros que los de Green Peace han calculado y aceptado. A mí su acción», añadió, «me parece totalmente idiota, pero está claro que no viajaron desde tan lejos para divertirse en este punto solitario del océano, así que, si tomaron ciertas decisiones, como demostraron que las tomaron, también está claro que estaban dispuestos a poner en peligro sus vidas. Por mi parte, he tratado de reducir el riesgo todo lo posible y por eso mandé parar la expulsión de bidones en varias ocasiones».

Con el capitán del Gem comparte la dirección de los trabajos de desprenderse de los desechos nucleares un técnico de la UKNEA (United Kingdon Nuclear Energy Authority), el organismo oficial inglés que controla el uso de la energía nuclear, que se negó a mantener contactos con la Prensa y que viaja a bordo del citado barco inglés. Mientras el Sirius, barco de los ecologistas, puso ayer rumbo al puerto británico de Plymouth, a donde llegará el viernes por la mañana, el buque Gem siguió navegando sobre el rectángulo que conforma el único cementerio nuclear marino que existe actualmente en el mundo, en cuyas profundas aguas, de más de 4.000 metros, yacen ya cerca de 70.000 toneladas nucleares.

Cuándo el capitán del Gem quiso ser por una vez amable con sus opositores y ofreció enviar a bordo del Sirius una caja de cerveza inglesa, los ecologistas de Green Peace rechazaron la gentileza con estas palabras: «Muchas gracias, pero seremos nosotros quienes invitemos cuando ustedes ya no vuelvan al océano para hacer estas cosas». La escena, en un punto perdido del mar, tenía su emoción.

Inglaterra, único país

En el momento actual, Inglaterra es el único país que sigue arrojando al mar sus residuos nucleares. Estados Unidos abandonó esta práctica en 1975, y Holanda, país encargado de conducir al océano sus desechos y los de Bélgica y Suiza, suspendió este año los viajes que hacía su buque María Schmids al haber sido admitida a proceso judicial la reclamación que le presentaron los ecologistas holandeses de Green Peace.En la opinión de un marino escocés que navega en el Sirius, el barco que deposita los residuos atómicos infringe en más de un aspecto las leyes del tráfico oceánico al navegar, por ejemplo, con su cala abierta totalmente en alta mar, lo que podría ser objeto de sanciones que alcanzasen hasta las 50.000 libras de multa, según la legislación de Inglaterra.

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