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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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En defensa de la colza

Por llevar varios años trabajando en el estudio del cultivo de la colza en las condiciones españolas, me uno a la defensa que se hace de dicha planta y de sus productos en una carta publicada por EL PAIS el 12 de julio. Ya va siendo hora de que quede claro ante el público que el aceite de colza sólo ha sido el vehículo portador de agentes tóxicos, no producidos por la planta, sino que le han sido añadidos.Mi defensa se basa en las posibilidades agrícolas de expansión del cultivo de colza en España. Por las pruebas que se vienen realizando en nuestro país desde hace varios años por entidades productoras de semillas oleaginosas y por organismos públicos (INIA, SEA, escuelas técnicas superiores de ingenieros agrónomos), se pone de manifiesto que la colza da unos rendimientos de semilla muy aceptables, que la hacen competitiva con los otros cultivos de secano, especialmente en suelos mediocres. Hay que tener en cuenta que aunque en algunas zonas los rendimientos no superen a los de los cereales, su precio es superior (treinta pesetas/kilo esta campaña).

La colza tiene a su favor, frente a las otras oleaginosas (girasol, cártamo y soja), que su ciclo biológico se extiende desde el otoño hasta junio o julio, con lo que se beneficia de las lluvias y temperaturas de ese período, madurando la semilla antes de los rigores del verano.

A pesar de estos factores favorables, su introducción se está haciendo con cautela para que el agricultor aprenda su cultivo, aunque a veces las ventajas frente a otras especies son tan manifiestas que es difícil controlar su expansión. Citaré un ejemplo: en la comarca del valle de los Pedroches, de Córdoba, tras ensayos previos, varios agricultores sembraron un total de 266 hectáreas en 1979-1980. Los rendimientos oscilaron entre novecientos y 1.800 kilos/hectárea. Como esto suponía un beneficio superior al obtenido con los cereales en esa zona (en algunos casos, más del doble), en la presente campaña se han sembrado en la misma comarca nada menos que 4.900 hectáreas. Los rendimientos no están siendo muy diferentes a los del año anterior, a pesar de las adversas condiciones climáticas, que tan desfavorablemente afectaron a los cereales y al girasol.

Esto demuestra cómo la colza puede beneficiar al agricultor de algunas comarcas, al darle mayores ingresos, y, en definitiva, beneficiar al país, al proporcionarnos dos productos de los que somos deficitarios: aceites y harinas para piensos.

Actualmente existen variedades mejoradas genéticamente que producen aceite sin ácido erúcico y harinas sin glucosinolatos, los dos factores desfavorables que antes tenía esta semilla. La harina de colza procedente de semilla descascarillada tiene tanta proteína y casi de tan buena calidad como la codiciada harina de soja, que tantas divisas nos cuesta.

Si no se restablece la buena imagen de la colza y de su aceite resultará que la agricultura y la economía españolas serán otras víctimas más a añadir a la larga lista.

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Manuel Díaz de la Guardia es catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad de Córdoba.

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