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El presidente de México obtiene por unanimidad, el Premio Príncipe de Asturias a la cooperación iberoamericana

El presidente de los Estados Unidos Mexicanos, José López Portillo, es, desde ayer, premio Príncipe de Asturias 1981 a la cooperación latinoamericana, porque «bajo su mandato se cerró para siempre el contencioso hispano-mexicano, forjándose así el último eslabón de la reconciliación hispana y de la paz civil del pueblo español», según consta en el acta dada a conocer por el presidente del jurado, José María de Areilza, en el hotel Reconquista, de Oviedo.José López Portillo no se encontraba entre los quince candidatos seleccionados, la mayor parte de ellos instituciones y centros de investigación, tanto españoles como de los países de la comunidad hispanohablante. Su candidatura fue promovida por el rector de la Universidad de Oviedo y secretario del jurado, Teodoro López Cuesta, tomándose la decisión por unanimidad.

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Formaban el jurado José María de Areilza, presidente de la Asamblea del Consejo de Europa; Antonio Garrigues Walker, abogado y empresario; Amaro González Mesa, diplomático, director general de Relaciones Culturales del Ministerio de Exteriores; Plácido Arango Arias, empresario mexicano de origen asturiano; Rafael Fernández, presidente del Consejo Regional de Asturias; Teodoro López Cuesta, que además de actuar corno secretario lo hacía en nombre de Manuel Prado y Colón de Carvajal, que no pudo estar presente en las deliberaciones por encontrarse con el presidente del Gobierno español en México.

Preguntado José María de Areilza, presidente del jurado, por EL PAIS, si se hubiera otorgado el premio al mismo dirigente político, en caso de no encontrarse en tierras mexicanas el presidente Calvo Sotelo, respondió: «No hemos tenido en cuenta para nada el viaje del presidente, más que como una coincidencia, porque cuando nosotros habíamos programado esta reunión no estaba previsto el viaje del señor Calvo Sotelo para esta fecha. Ha sido una feliz coincidencia, pero el premio se hubiera otorgado antes o después al señor López Portillo, y creo que de todas las propuestas, ésta era indiscutiblemente, la mejor y la que tenía más contenido».

El presidente del jurado, al ser consultado si era adecuado el calificativo de oportuno para las relaciones exteriores españolas el premio al primer mandatario mexicano declaró: «El que un premio sea oportuno para las relaciones exteriores españolas no le quita ningún valor ni significación, de manera que puede ser hasta un instrumento bueno». «López Portillo», añadió Areilza, «es una persona que ha luchado por los derechos humanos en Suramérica precisamente. Hemos tenido muy en cuenta sus méritos y creemos que este premio a su persona ayuda a la estimación que nosotros tenemos porque se cierre ese contencioso».

La noticia fue proporcionada al mismo tiempo al presidente Calvo Sotelo para que se la comunicara a López Portillo. Además fue enviado un telegrama firmado por todos los miembros del jurado a la residencia oficial del presidente mexicano.

De los cinco premios -uno fue desdoblado-, éste fue el que menos horas de deliberación consumió. Prácticamente en la primera reunión del jurado se perfiló el galardonado.

Los premios se entregarán en un acto solemne que se celebrará en Oviedo en septiembre y al que asistirán los Reyes de España y el Príncipe de Asturias, así como todos los premiados. Además del presidente mexicano, los galardonados son: Alberto Sois (Ciencia, e Investigación), María Zambrano (Comunicación y Humanidades), Ramón Perpiñá (Ciencias Sociales), José Hierro (Letras) y Jesús López Cobos (Artes). Cada uno percibirá un millón de pesetas en metálico, una estatuilla de Joan Miró y un diploma.

Un avance en la identidad latinoamericana

«No se si podemos aspirar tanto como a formar un bloque latinoamericano en el que tenga alguna participación España, pero sí es posible avanzar en el tratamiento global de la identidad latinoamericana», manifestó el presidente López Portillo en una entrevista exclusiva con el director de EL PAIS, que se publicó en este periódico el 2 de abril de 1977.«Latinoamérica ha sido siempre difícil de manejar como un todo». Experiencias como las de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) o la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL), ponen de relieve las dificultades de una integración», añadió el presidente, para quien los motivos de tales dificultades eran entonces esencialmente de índole económica.

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